domingo, 31 de diciembre de 2017

Que Él es la paz verdadera

En la misa de Navidad una niña recitó un poema ante el niño Jesús. Sus padres muy amablemente me pasaron la letra y me dijeron que era de Juan del Encina. He buscado un poco y he descubierto que es el final de la Égloga de la noche postrera de Carnal. Una égloga es una pequeña pieza teatral en verso. Este poema final es un villancico, que en esos tiempos era simplemente una forma de canción y en general no estaba asociada a la Navidad. Pero aunque no la compusiera Juan del Encina para la Navidad sino de preparación a la Cuaresma, es muy adecuada para estos días.


Villancico
Égloga de la noche postrera de Carnal
Juan del Encina

Roguemos a Dios por paz,
pues que de Él sólo se espera
que Él es la paz verdadera.

Él, que vino desde el Cielo,
a ser la paz en la Tierra,
Él quiera ser de esta guerra 
nuestra paz en este suelo, 
pues que de Él solo se espera 
que Él es la paz verdadera.

Mucha paz nos quiera dar
Él que a los cielos da gloria,
Él nos quiera dar victoria,
si es forzado guerrear;
mas si se puede excusar
denos paz muy placentera
que Él es la paz verdadera.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Novena de la Inmaculada

Una novena es una oración que se reza durante varios días, típicamente nueve, y en la que solicitan la intercesión a Jesús, la Virgen o algún santo para una intención concreta. Proviene probablemente de los nueve días de oración que hicieron los Apóstoles entre la Ascensión y Pentecostés. En el caso de novenas específicas de alguna fiesta se reza los nueve días anteriores a la fiesta en cuestión. Una de las novenas con más tradición es la novena de la Inmaculada, que se empieza a rezar el 29 de noviembre y acaba en la víspera de la Inmaculada, el 7 de diciembre.

Esta novena tiene 4 partes: una oración inicial con la petición, una oración específica del día  y dos oraciones finales, con 3 avemarías intercaladas entre ellas.

Una novena requiere una cierta perseverancia y quizá sea eso el que lo haga tan poderosa, no sólo para conseguir lo que se pide, sino para cambiar tu alma.


Novena a la Inmaculada Concepción

Oración inicial

Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida por Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción: así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que por la gracia de Dios has sido elegida para ser Madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.

Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano.  Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado.  No me dejéis, pues, a mí tampoco, porque si me dejáis me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a vos, antes bien, cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción.

Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte.  Además, dadme la gracia particular que os pido en esta novena (hágase aquí la petición que se desea obtener).

Oración del día

Para el día primero (29 nov) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María del pecado, original en su Inmaculada Concepción, y a nosotros nos hiciste el gran beneficio de libramos de él por medio de tu santo bautismo, así te rogamos humildemente nos concedas la gracia de portarnos siempre como buenos cristianos, regenerados en ti, Padre nuestro Santísimo.

Para el día segundo (30 nov) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María de todo pecado mortal en toda su vida y a nosotros nos das gracia para evitarlo y el sacramento de la confesión para remediarlo, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de no cometer nunca pecado mortal, y si incurrimos en tan terrible desgracia, la de salir de él cuanto antes por medio de una buena confesión.

Para el día tercero (1 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como preservaste a María de todo pecado venial en toda su vida, y a nosotros nos pides que purifiquemos más y más nuestras almas para ser dignos de ti, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los pecados veniales y la de procurar y obtener cada día más pureza y delicadeza de conciencia.

Para el día cuarto (2 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como libraste a María de la inclinación al pecado y le diste dominio perfecto sobre todas sus pasiones, así te rogamos humildemente, por intercesión de María Inmaculada, nos concedas la gracia de ir domando nuestras pasiones y destruyendo nuestras malas inclinaciones, para que te podamos servir, con verdadera libertad de espíritu, sin imperfección ninguna.

Para el día quinto (3 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como, desde el primer instante de su Concepción, diste a María más gracia que a todos los santos y ángeles del cielo, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos inspires un aprecio singular de la divina gracia que tú nos adquiriste con tu sangre, y nos concedas el aumentarla más y más con nuestras buenas obras y con la recepción de tus Santos Sacramentos, especialmente el de la Comunión.

Para el día sexto (4 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como, desde el primer momento, infundiste en María, con toda plenitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, así te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas a nosotros la abundancia de estos mismos dones y virtudes, para que podamos vencer todas las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud dignos de nuestra profesión de cristianos.

Para el día séptimo (5 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como diste a María, entre las demás virtudes, una pureza y castidad eximía, por la cual es llamada Virgen de las vírgenes, así te suplicamos, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la dificilísima virtud de la castidad, que tantos han conservado mediante la devoción de la Virgen y tu protección.

Para el día octavo (6 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como diste a María la gracia de una ardentísima caridad y amor de Dios sobre todas las cosas, así te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas un amor sincero de ti, ¡oh Dios Señor nuestro!, nuestro verdadero bien, nuestro bienhechor, nuestro padre, y que antes queramos perder todas las cosas que ofenderte con un solo pecado.

Para el día noveno (7 dic) – Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro: así como has concedido a María la gracia de ir al cielo y de ser en él colocada en el primer lugar después de Ti, te suplicamos humildemente, por intercesión de María Inmaculada, nos concedas una buena muerte, que recibamos bien los últimos Sacramentos, que expiremos sin mancha ninguna de pecado en la conciencia y vayamos al cielo, para siempre gozar, en tu compañía y la de nuestra Madre, con todos los que se han salvado por ella.

Oraciones finales

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.  A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón.  Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

Rezar tres Avemarías.

Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo.

Oremos: Oh Dios mío, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen, preparaste digna habitación a tu Hijo: te rogamos que, así como por la previsión de la muerte de tu Hijo libraste a ella de toda mancha, así a nosotros nos concedas por su intercesión llegar a ti limpios de pecado.  Por el mismo Señor nuestro Jesucristo.  Amén.


lunes, 20 de noviembre de 2017

Oración de Sta. Maravillas de Jesús

Gracias al Padre Manuel Martínez Cano conocí esta preciosidad de Santa Maravillas de Jesús. (recomiendo seguir al Padre Cano por Twitter (@PCano2) e ir visitando su blog Contracorriente).
No conocía esta santa madrileña, nacida en 1891 y muerta en 1974. De familia noble, se hizo carmelita en 1921. En 1924 fundó su primer convento y fundó siete más (uno de ellos en la India) el resto de su vida. El último, el de la Aldehuela, en Getafe, donde estuvo hasta su muerte en 1974. Fue beatificada en Roma por San Juan Pablo II el 10 de Mayo de 1998 y canonizada por el mismo Papa el 3 de Mayo de 2003 en Madrid.

La oración de hoy es una que ella escrita por ella misma en una estampa en noviembre de 1935 y que solía rezar. Podéis ver, supongo que un facsímil de la estampa, en la página del P. Cano.

Me quedé prendado de la oración porque es corta, pero, como ella dice, lo «resume todo y repara todo.» Es una oración de petición, pero también de exigencia personal y sumisión al Santísimo.

Aquí os la dejo.


Oración de Sta. Maravillas de Jesús

Oh divino Corazón Maestro y Salvador de mi vida!

Quiero acabar de una vez dándome a Ti completamente y para siempre y para esto te hago esta oración que resume todo y repara todo.

Concédeme, yo te suplico, la gracia de que no salga de esta vida sin haber alcanzado el grado de perfección que debo alcanzar, sin haber hecho todo el bien que debo hacer y sin haberte dado toda la gloria que yo te debo dar.

Para alcanzar esto y reparar todo el tiempo perdido, toma ¡oh Corazón divino! aquellos medios que Tú sabes me son necesarios.

Yo acepto todo...


viernes, 10 de noviembre de 2017

Trisagio solemne a la Santísima Trinidad

La palabra trisagio viene del griego Trisagion y significa “tres veces santo”. Un trisagio es un himno a la Santísima Trinidad en el que normalmente se repite la palabra “santo” tres veces. El Santo de la misa es el más conocido. En el devocionario de mi abuelo hay un trisagio solemne que me gusta rezar en mi turno de adoración. Rezado a coro debe ser precioso.


Trisagio solemne a la Santísima Trinidad

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de contrición. Oh Señor mío y Dios mío, trino y uno, Señor de inmensa majestad y Padre de infinita bondad: postrado ante vuestra augusta presencia os pido perdón por todos los pecados con que os he ofendido. Me pesa, Señor mío y Dios mío, de haberos ofendido, por ser vos quien sois, tan santo, tan bueno, tan digno de ser amado sobre todas las cosas. Perdonadme, por vuestra infinita bondad y misericordia, y dadme gracia para que jamás, en adelante, os ofenda, sino que me enmiende y persevere en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.

Gloria al Padre…

Oración al Padre eterno. Oh Padre eterno, Padre omnipotente, que nos has creado para alabarte, reverenciarte y servirte y has creado para nosotros todas las cosas, para que con ellas podamos alabarte; Padre amantísimo, que amas tanto al mundo, que nos has dado a tu propio Hijo, nuestro Señor Jesucristo: rogámoste, oh Señor, que pues nos has creado para ti, nos lleves a ti, y, pues nos has dado, para salvarnos, a tu Hijo, no permitas que nos perdamos, sino, por los méritos del Hijo y con la gracia del Espíritu Santo, lleguemos a tu gloria y en ella te alabemos sin fin. Amén.

Padrenuestro y Avemaría.

Luego se dice nueve veces:
V./ Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
R./ Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Oración al Hijo. Oh Hijo divino del Eterno Padre; Sabiduría infinita, por quién conocemos al Padre; Redentor nuestro, que para reconciliarnos con el Padre, bajaste del cielo, te hiciste hombre y te entregaste a la muerte por nosotros. Te rogamos, oh Señor, que, pues eres el camino para ir al Padre, verdad para conocerle y vida para amarle, nos concedas llegar a Él, verle y amarle en la gloria eternamente por tus méritos y con la gracia del Espíritu Santo, para alabarte sin fin. Amén.

Padrenuestro y Avemaría.

Luego se dice nueve veces:
V./ Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
R./ Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Oración al Espíritu Santo. Oh Espíritu Santo, oh Amor divino, Bondad de Dios, Abogado de los hombres ante el Padre, Padre de los pobres, Dador de los dones, Luz de los corazones, Consolador óptimo, Fortaleza de los débiles, Santificador de la Iglesia. Pues borras los pecados del mundo, justifícanos; pues haces hijos de Dios, renuévanos; envía a nuestra mente tu luz para que conservemos la fe; difunde en nuestros corazones tu amor, para que tengamos caridad, y enriquece nuestras almas con tus virtudes y dones, para que practiquemos con fortaleza nuestros deberes de cristianos, y lleguemos a tu gloria para alabaros y amaros, al Padre, al Hijo y a ti, oh Espíritu Santo.

Padrenuestro y Avemaría.

Luego se dice nueve veces:
V./ Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
R./ Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Antífona. A vos, Dios Padre ingénito; a vos, Hijo unigénito; a vos, Espíritu Santo Paráclito, santa e individua Trinidad, de todo corazón os confesamos, alabamos y bendecimos. A vos se dé la gloria por los siglos de los siglos.

V./ Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R./ Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.

Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que nos has concedido a tus siervos el don de conocer la gloria de la eterna Trinidad en la confesión de la verdadera fe, y la de adorar la Unidad en el poder de tu majestad: te rogamos que, por la firmeza de esta misma fe, nos libremos siempre de todas las adversidades. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Oración franciscana por la paz

Hoy, 4 de octubre, celebramos a San Francisco de Asís. Hay dos oraciones muy conocidas, una es el Cántico de las criaturas, compuesta un año o dos antes de su muerte. La otra es la conocida como Oración franciscana por la paz u Oración de San Francisco… que no es suya: es anónima y fue compuesta a principios del S.XX. Aparece por primera vez en 1912 en una revista católica francesa. La temática y el estilo sí que se parecen mucho a otras oraciones y escritos de S. Francisco. Parece ser que alguien la puso en el reverso de una estampa del santo y a partir de ahí se creyó que la compuso él. Los franciscanos no se la atribuyen, pero la presentan en su Directorio franciscano como Oración franciscana por la paz. La versión que publico aparece en la novela gráfica de José Luis Cortés, Francisco, el buenagente.

Oración de San Francisco
Anónimo, erróneamente atribuido a S. Francisco de Asís

Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz.

Que donde haya odio, ponga yo amor;
donde haya ofensa, ponga perdón;
donde haya discordia, ponga unión;
donde haya error, ponga verdad;
donde haya duda, ponga confianza;
donde haya desesperación, ponga esperanza;
donde haya tinieblas, ponga luz
y donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Haz, en fin, Señor,
que no me empeñe tanto
en ser consolado, como en consolar;
en ser comprendido, como en comprender;
en ser amado, como en amar.

Porque dando es como se recibe,
olvidando es como se encuentra,
perdonando se es perdonado
y muriendo se resucita a la vida que no conoce fin.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Coronilla de San Miguel

Hoy es el día de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Y hoy hace un año que descubrí la coronilla de San Miguel, que he rezado semanalmente (o así). Esta coronilla, también llamada Rosario de los ángeles, es de mediados del S. XVIII y cuentan que fue a resultas de una aparición de S. Miguel a la monja portuguesa Sierva de Dios Antonia de Astónac. Un siglo después el Papa Pío IX concedió indulgencias parciales a los que lo rezaren.

No sé si la aparición fue real o no, en todo caso es una oración que me gusta rezar. Se pide 9 veces la intercesión de S. Miguel, cada vez con el apoyo de uno de los nueves coros celestiales: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Potestades, Virtudes, Principados, Ángeles y Arcángeles. Cada petición es para un favor concreto: obtener la caridad perfecta, la perfección cristiana, humildad, obediencia etc.  Todas esas cosas que tanta falta me hacen. Quizá por eso me gusta rezarla. Tras cada petición se reza un Padrenuestro y tres Avemarías.

Se asegura que los que rezan asiduamente y con devoción esta coronilla tendrán la protección de S. Miguel. En particular, el arcángel Miguel prometió a quien rece la coronilla:
  • Enviar un ángel escogido de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la comunión.
  • Y a quienes reciten estas nueve salutaciones todos los días les asegura que disfrutarán de su asistencia continua durante esta vida y también después de la muerte. Serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.

Coronilla de San Miguel

V./ Oh Dios, Ven en mi ayuda.
R./ Señor, apresúrate en socorrerme.
Gloria al Padre, etc…
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de los Serafines, que Dios Nuestro Señor prepare nuestras almas, y así recibir dignamente en nuestros corazones el fuego de la Caridad perfecta. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de los Querubines, Que Dios Nuestro Señor nos conceda la gracia de abandonar los caminos del pecado y seguir el camino de la Perfección Cristiana. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de los Tronos, que Dios Nuestro Señor derrame en nuestros corazones el verdadero y sincero espíritu de humildad. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de Dominaciones, que Dios Nuestro Señor nos conceda la Gracia de controlar nuestros sentidos y así dominar nuestras pasiones. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro Celestial de Potestades, que Dios Nuestro Señor proteja nuestras almas contra las asechanzas del demonio. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro de las Virtudes, que Dios Nuestro Señor nos libre de todo mal y no nos deje Caer en la tentación. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de los Principados, que Dios Nuestro Señor se libre llenar nuestras almas con el verdadero espíritu de la obediencia. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de los Arcángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la Gracia de perseverancia final de la Fe y en las Buenas obras y así nos lleve a la Gloria del Paraíso. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
  • Por la intercesión de San Miguel y el Coro celestial de los Ángeles, que Dios Nuestro Señor nos conceda la Gracia de ser protegidos por ellos durante esta vida mortal y que nos guíen a la Gloria Eterna. Amén.  Un Padrenuestro y tres Avemarías.
A San Miguel Arcángel.  Padrenuestro.
A San Gabriel.  Padrenuestro.
A San Rafael.  Padrenuestro.
Al Ángel de la Guarda.  Padrenuestro.

Oh Glorioso Príncipe, San Miguel, Jefe Principal de la Milicia celestial: Guardián fidelísimo de las almas: Vencedor eficaz de los espíritus rebeldes; fiel Servidor en el Palacio del Rey Divino, sois nuestro admirable Guía y Conductor.  Vos que brilláis con excelente resplandor y con virtud sobrehumana, libradnos de todo mal.  Con plena confianza recurrimos a vos.  Asistidnos con vuestra afable protección; para que seamos más y más fieles al servicio de Dios, todos los días de nuestra vida.
V./ Rogad por nosotros, oh glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
R./ Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.

Oremos. Omnipotente y Eterno Dios, os adoramos y bendecimos. En vuestra maravillosa Bondad, y con el misericordioso deseo de salvar las almas del género humano, habéis escogido al glorioso Arcángel, San Miguel, como Príncipe de vuestra Iglesia. Humildemente os suplicamos, Padre celestial, que nos liberéis de nuestros enemigos. En la hora de la muerte, no permitáis que ningún espíritu maligno se nos acerque, para perjudicar nuestras almas. Oh Dios y Señor nuestro, guiadnos por medio de este mismo Arcángel. Enviadle que nos conduzca a la Presencia de vuestra Excelsa y Divina Majestad. Os lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor.  Amén




miércoles, 27 de septiembre de 2017

Oración de San Miguel

Dicen que el Papa Leon XIII tuvo una visión en la que Satanás le pedía tiempo y poder para poder destruir la Iglesia y Jesucristo se lo concedía. He buscado confirmación de la existencia de esta visión y he encontrado demasiadas inconsistencias: unos la sitúan el 13 de octubre de 1884, otros el 25 de septiembre de 1888. Unos dicen que el papa quedó en éxtasis unos minutos, otros que quedó inconsciente y pensaban que había muerto; unos dicen que Satanás pidió 75 años, otros dicen que 100. No me queda claro qué hay de verdad en esta historia.

Lo que sí he podido comprobar es que Leon XIII compuso y publicó en 1888 una oración en la que pide a S. Miguel que defienda la Iglesia y que dio orden de que se rezara al final de cada misa. Por esta orden papal, la oración a S. Miguel se incorporó a la misa. En 1934 la oración se acortó y tras el Concilio Vaticano II se suprimió del misal.

En los últimos 50 años hablar del demonio y del infierno está muy mal visto en la Iglesia. Como he comentado en mi otro blog, esto es un grave error. Aprovechando que se acerca la festividad de S. Miguel, os transcribo la oración de Leon XIII, tanto la original como la versión breve. En estos momentos de embrollo y división en la Iglesia necesitamos rezarla a menudo.


Oración de S. Miguel
(versión corta de 1934)
Arcángel S. Miguel, defiéndonos en la batalla: sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la milicia celestial, lanza al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros malignos espíritus que discurren por el mundo para la perdición de las almas. Amén
Sancte Michaele Archangele, defende nos in proelio, contra nequitam et insidias diaboli esto praesidium. Imperit illi Deus, suplices deprecamur; tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui a perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen.


Oración de S. Miguel
(versión completa, Leon XIII,  de 1888: Acta Sanctae Sedis, Vol. XXIII, 1890-91, pp. 743 y ss.)
¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestiales, S. Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate y terrible lucha que tenemos que sostener contra los poderes y potestades, contra los príncipes de este mundo de tinieblas y contra los malignos espíritus! Venid en auxilio de los hombres que Dios hizo inmortales, formó a su imagen y semejanza y redimió a gran precio de la tiranía del demonio. Pelea en este día con el ejército de los santos ángeles las batallas del Señor, como peleaste en otra ocasión con Lucifer, jefe de los soberbios, y contra los ángeles apóstatas, que fueron impotentes a resistiros y para los cuales no hubo ya lugar en el cielo.
Sí, ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo. Pero he aquí que este antiguo enemigo, este primer homicida, ha levantado fieramente la cabeza. Transfigurado en ángel de luz y seguido de toda la turba de espíritus malditos, recorre la tierra entera para apoderarse de ella y desterrar el nombre de Dios y de su Cristo para robar, matar y entregar a la eterna perdición las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Además de los hombres de alma ya pervertida y corrompido corazón, este dragón perverso lanza encima, como un torrente de fango impuro, el veneno de su malicia, es decir, el espíritu de mentira, de impiedad y blasfemia, y el soplo emponzoñado de la impureza, de los vicios y de todas las abominaciones.
Enemigos llenos de astucia han llenado de injurias y saturado de amargura la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado y sobre sus más sagrados bienes han puesto sus manos criminales. En el mismo lugar santo, donde ha sido establecida la silla de Pedro y la cátedra de la verdad, que debe iluminar el mundo, han alzado el abominable trono de su impiedad, con la intención perversa de herir al Pastor y dispersar el rebaño.
Te suplicamos pues, oh Príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y patrono y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir las almas a la beatitud celeste. Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén.
V./ He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
R./ Venció el León de Judá, el retoño de David.
V./ Que tus misericordias, oh Señor, se realicen sobre nosotros.
R./ Como hemos esperado de ti.
V./ Señor, escucha mi oración.
R./ Y que mis gritos se eleven hasta ti.
 Oremos: Oh Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre e imploramos insistentemente tu clemencia, para que por la intercesión de María Inmaculada siempre Virgen, Madre nuestra,  y del glorioso S. Miguel Arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén.


jueves, 21 de septiembre de 2017

Oración al levantarte

Me gusta hacer un rato de oración al levantarme. Esta oración la he sacado, como tantas otras, del devocionario de mi abuelo, El caballero cristiano.  Tiene tres partes: una petición de que el día sea santo, consagraciones al Corazón de Jesús y a María Santísima y oraciones más genéricas a San José y al ángel de la guarda.

En el devocionario le añade el Credo y el Ángelus. Cada uno puede adaptarla a sus gustos y devociones.

Oración al levantarte

Señor, oye mi oración y llegue a ti mi clamor.

Señor, Dios omnipotente, que nos has hecho llegar al principio de este día: sálvanos hoy por tu poder, para que en todo el día no caigamos en ningún pecado, sino que todas nuestras palabras, pensamientos y obras vayan dirigidos al cumplimiento de tu ley; por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que como Dios vive y reina contigo en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

Oh Dios, ven en mi auxilio; Señor, date prisa en socorrerme.

Dígnate, Señor, Dios del cielo y de la tierra, dirigir, santificar, conducir y gobernar en este día nuestros corazones y nuestros cuerpos, nuestros sentidos, palabras y acciones según tu ley, por el camino de tus preceptos, para que aquí y en la eternidad, por tu favor, merezcamos ser salvos y libres, oh Salvador del mundo, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Consagración al Corazón de Jesús: ¡Oh, Jesús mío! Por medio del Corazón inmaculado de María Santísima os ofrezco mis pensamientos, palabras y obras y las uno a las intenciones de vuestro divino Corazón.

Consagración a María Santísima: ¡Oh, Señora mía!¡Oh, Madre mía! Yo me entrego del todo a vos. Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, ¡oh Madre de piedad!, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Tres Avemarías.

A San José: Oh Dios, que con inefable providencia te has dignado escoger a San José para esposo de tu Santa Madre: te suplicamos que hagas que, así como nosotros le veneramos como protector en la tierra, así el sea nuestro intercesor en los cielos. Señor que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Al ángel de la guarda: Ángel de Dios, ángel de mi guarda, pues la bondad divina me ha encomendado a tu custodia, ilumíname, guárdame, rígeme, gobiérname. Amén.

Oremos: Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su pasión y su cruz seamos llevados a la gloria de su resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

viernes, 15 de septiembre de 2017

Oración de Sta. Faustina Kowalska a Nuestra Señora de los Dolores

Esta oración de la santa polaca Faustina Kowalska (1905 – 1938) la encontré en un pequeño libro,  366 Textos de Santa Faustina Kowalska que es una colección de breves textos sacados de su diario. No la conocía, hasta que oí hablar de su coronilla de la divina misericordia  y del Domingo de misericordia (el segundo domingo después de Pascua). Sus pensamientos son profundos, te mueven el alma, te incitan a la conversión.

Esta pequeña oración no sé si la compuso específicamente para la Virgen de los Dolores, pero es especialmente adecuada para recitarla hoy, el día de su conmemoración.

Oración a la Virgen de los Dolores
Sta. Faustina Kowalska (1905 – 1938)
¡Oh, Madre de Dios!  Tu alma estuvo sumergida en el mar de amargura. Mira a tu niña y enséñale a sufrir y a amar en el sufrimiento.  Fortalece mi alma para que el dolor no la quebrante.  Madre de la gracia, enséñame a vivir en Dios.

martes, 12 de septiembre de 2017

Salve Regina

Hoy celebramos el Dulce Nombre de María (y Nuestra Señora de Lluc, patrona de Mallorca) y es justo y conviene que la oración de hoy sea una oración mariana. La Salve es probablemente la segunda oración mariana más conocida (tras el Ave María, naturalmente). Es muy antigua, del año 1000 o anterior. Se ha atribuído a mucha gente, entre otros a S. Bernardo de Claraval, que ahora se sabe sólo añadió la frase final («Oh clemens, oh pia, oh dulcis Virgo Maria»). A partir de ella se han creado muchas variantes locales, como la Salve rociera o la Salve marinera.

Se escribió originalmente en latín, como es natural de una oración tan antigua y creo que, incluso hoy en día, hay más gente que se la sabe en latín que en español. Al menos si propones cantar la Salve, todos empiezan «Salve regina, mater misericordiae…». Y esta versión gregoriana de la Salve (que incluyo al final) es quizá la canción católica más conocida: la he oído cantar multitudinariamente en España, Francia, Italia, Estados Unidos.

Salve regina

Salve regina, mater misericordiae
vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes, in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte.
Et Iesum, benedictum, fructus ventris tui, nobis, post hoc exsilium, ostende.
Oh clemens, oh pia, oh dulcis Virgo Maria.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia;
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos, los exiliados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y, después de este destierro, muéstranos el fruto bendito de tu vientre, Jesús.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.


jueves, 7 de septiembre de 2017

Memorare (Acordaos)

El Acordaos (o Memorare en latín) es una oración a la Virgen atribuida a S. Bernardo de Claraval (o de Clairvaux) (1090–1153), aunque probablemente sea bastante posterior. Sigue un modelo retórico que se encuentra en otras oraciones: «nunca has fallado a nadie, por lo tanto te ruego confiado ya que sé que no me fallarás a mí tampoco.» Como en otras oraciones no sé si esto es algo de cara dura o confianza completa en Nuestra Señora.

Esta oración es parte de la novena a Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Es una novena que rezaba Santa Teresa de Calcuta cuando tenía que pedir algo. Pero no lo rezaba en nueve días sino que lo rezaba 10 veces seguidas: 9 para hacer la petición y la décima en acción de gracias pues estaba segura que Dios le concedería lo pedido.

El original es en latín, y, como suele pasar,  tiene una cadencia más bonita y es más poético que en español.

Os escribo ambas.

Acordaos

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que ha acudido a vuestra protección
implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro
haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos también acudo,
¡oh Madre, Virgen de las vírgenes!,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana.
¡Oh, Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas
antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén

Memorare

Memorare, O piisima Virgo Maria,
non esse auditum a saeculo
quemquam ad tua currentem praesidia,
tuam implorantem auxilia, tua petentem suffragia,
esse derelictum.
Ego tali animatus confidentia,
ad te, Virgo Virginum, Mater,
curro, ad te venio, coram te gemens peccator assisto.
Noli, Mater Verbi, verba mea despicere,
sed audi propitia et exaudi.
Amen.

martes, 5 de septiembre de 2017

Acto de confianza en el Sagrado Corazón de Jesús

La primera vez que leí esta oración en el devocionario de mi abuelo me fascinó. A veces pienso «¡Pero que caradura es este tío!» pero en otras (la mayoría) me admira la confianza total que tiene y su abandono total en el Sagrado Corazón. Y le envidio, pues me gustaría tener tanta fe y tanta confianza en Dios como él muestra. Quizá rezando esta oración a menudo consiga aumentar mi fe y confianza.

Acto de confianza en el Sagrado Corazón de Jesús
B.P. de la Colombiére S.J.

Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en ti y de que no puede faltar cosa alguna a quien de ti las aguarda todas, que he determinado vivir en adelante sin ningún cuidado, descargándome en ti de toda mi solicitud. 
Despójenme los hombre de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerzas y los medios de servirte, pierda yo por mí mismo la gracia pecando; que no por eso perderá la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno para arrancármela, porque con vuestro auxilio me levantaré de la culpa. 
Aguarden unos la felicidad de sus riquezas o talentos; descansen otros en la inocencia de su vida, en la aspereza de su penitencia, en la multitud de sus buenas obras o en el fervor de sus oraciones; en cuanto a mí, toda mi confianza se funda en la seguridad con que espero ser ayudado de ti, y en el firme propósito que tiendo de cooperar a tu gracia. Confianza como esta jamás a nadie salió fallida. Así que seguro estoy de ser eternamente bienaventurado, porque espero firmemente serlo, y porque tú, Dios mío, eres de quien lo espero todo. 
Bien conozco de mí que soy frágil y mudable; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más robustas; he visto caer las estrellas del cielo y las columnas del firmamento; pero nada de eso logra acobardarme. 
Mientras espere de veras, libre estoy de toda desgracia; y de que esperaré siempre estoy cierto, porque espero también esta esperanza invariable. En fin, para mí es seguro que nunca será demasiado lo que espere de ti, y que nunca tendré menos de lo que hubiere esperado. Por tanto, espero que me sostendrás sin dejarme caer en los riesgos más inminentes y me defenderás aún de los ataques más furiosos, y harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos enemigos. Espero que me amarás a mí siempre, siempre y yo a mi vez te amaré sin intermisión; y para llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta donde puede llegarse, te espero a ti mismo, oh Creador mío, para el tiempo y para la eternidad. Amén.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Oración de Job

En cierto modo somos unos desagradecidos: si las cosas van bien nos parece lo “normal” y si van mal nos quejamos. ¿Por qué es “normal” poder comer abundantemente todos los días?¿Por qué es “normal” estar rodeado de familia y amigos?¿Por qué es “normal” gozar de buena salud y tener médicos cerca si tienes algún mal?¿Por qué es “normal” tener Internet?

En la Liturgia de las horas hay una lectura breve que procede del libro de Job, que, para mí, recoge muy bien la actitud que deberíamos tener y no tenemos. A menudo la providencia divina nos da bienes y otras, nos da sufrimientos. Y todo es bueno para nosotros y merece que demos gracias a Dios por ello.

Esta pequeña oración es fácil de saber de memoria y me gusta recitarla cuando las cosas me van bien –para recordarme que eso no es lo “normal”– y también cuando van mal –para recordarme que este mal también es un don de Dios y me lo da para que salga algo bueno de ello–.

Ahí os lo dejo.

Cántico de Job
Job 1, 21; 2, 10b

Desnudo salí del vientre de mi madre,
desnudo volveré a él;
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó:
bendito sea el nombre del Señor.
Si aceptamos de Dios los bienes,
¿no vamos a aceptar los males?

miércoles, 2 de agosto de 2017

Comunión espiritual

Hoy es S. Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia. El era muy devoto de la adoración del Santísimo. Escribió un librito, que tengo –vía mi abuelo– en edición de 1926, con oraciones para 31 visitas que concluyen con una Comunión espiritual. Empieza el libro explicando qué es la Comunión espiritual: es un deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado, y en darle interiormente un amoroso abrazo, como si de verdad lo hubiéramos recibido. Se recibe una gracia similar a la de la Comunión sacramental. En el concilio de Trento se alabó su uso y se exhortó a los fieles a que lo practicaran. Acaba su explicación S. Alfonso María diciendo:
Así pues, las personas que deseen ir creciendo en el amor de Jesucristo hagan una Comunión espiritual en cada visita y otra en cada misa, aunque serían mejor que fuesen tres, una al principio, otra al medio y otra al fin, por ser su utilidad mucho mayor de lo que algunos juzgan, al mismo tiempo que es muy fácil, pues como decía la beata Juana de la Cruz, el comulgar espiritualmente se puede hacer sin que nadie lo advierta, sin estar en ayunas y sin licencia del confesor, porque a cualquier hora y con un solo acto de amor está hecha.
Poco puedo añadir. Da dos versiones, la “normal” y la breve. Es una lástima que sea una devoción que se haya perdido.

Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento; os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros. Pero no pudiendo ahora sacramentalmente, venid, a lo menos, espiritualmente a mi corazón y, como si ya os tuviera conmigo, os abrazo y me uno con Vos. No os apartéis de mí.
Versión breve
Creo, Jesús mío, que estás en ese adorable Sacramento. Os amo y deseo recibir. Venid, os abrazo; no os apartéis de mí.

miércoles, 12 de julio de 2017

Estate, Señor, conmigo

La oración de hoy es un muy bello poema de Fray Damián de Vegas, poeta español de la segunda mitad del S. XVI. Se reza como himno en los laudes del miércoles. Me encantó desde la primera vez que la recé.  Es una oración que pide estar siempre en comunión Jesús, sin abandonarle y sin que te abandone. En tema y estilo (es de la misma época) parece de Sta. Teresa de Jesús. Me encanta especialmente el final de cada estrofa: pequeñas variaciones de «si yo, sin ti, me quedo/si tú, sin mí, te vas»

Espero que os guste.

Estate, Señor, Conmigo
Fray Damián de Vegas

Estate, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y, cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo, sin ti, me quedo,
de si tú, sin mí, te vas.

Llévame en tu compañía,
donde tú vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das,
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo, sin ti, me quedo,
ni si tú, sin mí, te vas.

Por eso, más que a la muerte,
temo, Señor, tu partida
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das
sé que alcanzarla no puedo
cuando yo, sin ti, me quedo,
cuando tú, sin mí, te vas.

Amén.

domingo, 9 de julio de 2017

Anima christi

Cuando puedo voy a la misa tridentina en latín. Hoy, tras la comunión, la organista ha tocado y cantado una canción que me ha gustado mucho. Tras la misa he ido a preguntarle el nombre. Se llama Anima Christi. Al llegar a casa me he puesto a buscar y he descubierto que es una oración del S. XIV y que se solía rezar tras recibir la comunión. En la oración se pide entrar en unión mística con Jesús a través de su alma, de su cuerpo, de su sangre, de sus llagas, del agua que le salió del costado, de su pasión. Es muy íntima.

La versión que tocó la organista es de Marco Frisina y es del  año 2000. Hay versiones de Liszt y de Lully, que no son tan oración: son más bien para escuchar que para rezar.

Os dejo la oración en latín, la traducción al castellano y la canción de Frisina. He separado la oración según los versos de la canción, aunque gramaticalmente sea incorrecto en algún lugar.


Anima Christi

Anima Christi sanctifica me;
Corpus Christi, salva me;
Sanguis Christi, inebria me;
Aqua lateris Christi, lava me.

Passio Christi, conforta me;
O bone Jesu, exaudi me;
Intra tua vulnera, absconde me;

Ne permitas me separi a te;
Ab hoste maligno defende me;
In hora mortis meae, voca me;

Et iube me venire ad te,
ut cum sanctis tui, laudem te,
in saecula saeculorum.
Amén.

Traducción

Alma de Cristo, santifícame;
Cuerpo de Cristo, sálvame;
Sangre de Cristo, embriágame;
Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, fortaléceme;
O buen Jesús, escúchame;
Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de ti;
Del enemigo maligno, defiéndeme;
En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a ti
para que con tus Santos te alabe
por los siglos de los siglos.
Amén.





viernes, 30 de junio de 2017

Benedictus

Hace una semana celebramos la solemnidad del nacimiento de S. Juan Bautista. Según el evangelio de S. Lucas, a la semana de haber nacido, siguiendo la tradición, lo presentaron al templo. Al preguntar cuál debía ser su nombre, Isabel, su madre, dijo que Juan, como les había ordenado el ángel. Sus parientes protestaron pues no  había nadie en la familia que se llamara así. Fueron a Zacarías, su padre, para preguntar qué nombre debía tener el niño. Zacarías, que se había quedado mudo por no creer al Arcángel Gabriel cuando le anunció que iba a tener un hijo, pidió una tablilla y escribió «Juan es su nombre» y en ese momento se le soltó la lengua, y lo primero que dijo fue la oración que conocemos como Benedictus. Y como hoy hace una semana de S. Juan, podríamos decir que es el aniversario de esta oración.

El benedictus tiene trozos que me encantan. Por ejemplo el que dice «Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia» o «Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto». En latín es aún más bonito.

El Benedictus se reza todas la mañanas en Laudes de la Liturgia de la Horas. Aquí lo tenéis en Español y en latín.

Benedictus

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a tí, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante de Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el Sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.



Benedictus

Benedictus Dóminus Deus Israel,
quia visitavit et fecit redemptionem plebis suae;
et erexit cornus salutis nobis,
in domo David, pueri sui:
sicut locutus est per os sanctorum, 
qui a saeculo sunt, prophetarum eius;
salutem ex inimicis nostris,
et de manu  ómnium qui oderunt nos:
ad faciendam misericordiam cum pátribus nostris,
et memorari testamenti sui sancti;
iusiurandum, quod iuravit ad Abraham, patrem nostrum,
daturum se nobis, ut sine timore,
de manu inimicorum nostrorum liberati,
serviamus illi, in sanctitate et justitia coram ipso,
ómnibus diebus nostris.

Et tu, puer, propheta Altíssimi vocáberis;
praeibis enim ante faciem Dómini parare vias eius,
ad dandam sciétiam salutis plebis eius,
in remissionem pecatorum eorum,
per víscera misericordiae Dei nostri,
in quibus visitavit nos Oriens ex alto:
illuminare his, qui in tñenebris 
et in umbra mortis sedent,
ad dirigendos pedes nostros in viam pacis.

miércoles, 21 de junio de 2017

Novena al Sagrado Corazón de Jesús

Una novena es una oración que se reza durante varios días, típicamente nueve. Proviene probablemente de los nueve días de oración que hicieron los Apóstoles entre la Ascensión y Pentecostés.   Las novenas solicitan la intercesión a Jesús, la Virgen o algún santo para una intención concreta. A veces son peticiones personales, pero también se han organizado novenas nacionales e internacionales para pedir, por ejemplo, por el aborto. Dado que junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús, esta entrada presenta la novena al Sagrado Corazón.

Esta novena tiene 4 partes: una oración inicial; una oración específica del día; la oración al Padre Eterno con la petición; y la oración final. Recomiendo que antes de empezar la novena se lea con atención las nueve oraciones diarias. Todas juntas forman un todo y si sólo se lee una cada día, no se ve.

Novena al Sagrado Corazón

Oración inicial

¡Oh, divino Corazón de mi amado Jesús, en quien toda la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismo, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestro sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

Oración especifica del día

Para el día primero – ¡Oh Corazón sagrado y melífluo de Jesús, que, con fervientes deseos y ardiente amor, deseáis corregir la sequedad y tibieza de nuestros corazones! Inflamad y consumid las maldades e imperfecciones del mío, para que se abrase en vuestro amor; dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, oh amado Corazón, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Sta. Margarita María de Alacoque.

Para el día segundo – ¡Oh Corazón amable de Jesús, celestial puerta por donde nos llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dignaos estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por Vos a vuestro Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amaros. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día tercero – ¡Oh Corazón Santo de Jesús, camino para la mansión eterna y fuente de aguas vivas! Concededme que siga vuestras sendas rectas para la perfección y para el cielo y que beba de vos el agua dulce y saludable de la verdadera virtud y devoción, que apaga la sed de todas las cosas temporales. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día cuarto – ¡Oh puro Corazón de Jesús, espejo cristalino en quien resplandece toda las perfección! Concededme que yo pueda contemplaros perfectamente, para que aspire a formar mi corazón a vuestra semejanza en la oración, en la acción y en todos mis pensamientos, palabras y obras. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día quinto – ¡Oh dulce Corazón de Jesús, órgano de la Trinidad veneranda, por quien se perfeccionan todas nuestra obras! Yo os ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que supliendo vos mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día sexto – ¡Oh amplio Corazón de Jesús, templo sagrado donde me mandáis habite con toda mi alma, potencias y sentidos! Gracias os doy por la inexplicable quietud, sosiego y gozo que yo he hallado en este templo hermoso de la paz, donde descansaré gustoso eternamente. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día séptimo – ¡Oh clemente Corazón de Jesús, divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: «Pídeme por el Corazón de mi amado hijo Jesús; por este Corazón te oiré y alcanzaré cuanto me pides.»! Presento sobre vos a vuestro Eterno Padre todas mis peticiones para conseguir el fruto que deseo. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día octavo – ¡Oh amado Corazón de Jesús, trono ígneo y lúcido, inflamado en el amor de los hombres, a quienes deseáis abrasados mutuamente en vuestro amor! Yo deseo vivir siempre respirando llamas de amor divino en que me abrase, y con que encienda a todo el mundo, para que os corresponda amante y obsequioso. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Para el día noveno – ¡Oh doloroso Corazón de Jesús, que para ablandar nuestra dureza y hacer más patente el amor con que padecisteis tantos dolores y penas para salvarnos, los quisisteis representar en la cruz, corona de espinas y herida de la lanza, con que os manifestasteis paciente y amante al mismo tiempo! Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y tres Avemarías.

Oración al Padre Eterno

¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Vuestra Majestad; por medio de este adorable Corazón os adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conoceros. Por este divino Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las obligaciones que os tienen todos los hombres; os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de vuestro divino Hijo y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suave Corazón. No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santo Corazón, a vuestros siervos, mis amigos, y os pido que los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deífico Corazón, merezcan estar con vos eternamente. Amén.

La petición.


Oración final

¡Oh divino Corazón de Jesús, digno de la adoración de los hombres y de los ángeles! Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas!¡Oh dulce Corazón de Jesús! Yo profundamente os adoro con todos los espíritus de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines y de toda vuestra corte celestial y todas las que os pueda dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amén.

Antífona (en Español): Mi corazón sufre improperios y miserias. He estado esperando alguno que se contriste conmigo y no hay ninguno; alguno que me consuele y no viene nadie. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón – Y hallaréis paz en vuestras almas.

Oremos: Señor Nuestro Jesucristo que, por un beneficio singular de tu amor, te has dignado revelar a la Iglesia, tu esposa, las inefables riquezas de tu Corazón: concédenos propicio que nuestros corazones merezcan enriquecerse con las gracias celestiales que manan de esa dulce fuente. Señor que vives y reinas, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

Antiphona (en latín): Improperium expectavit Cor meum, et miseriam, et sustinui qui simul contristaretur, et non fuit; et qui consolaretur, et non inveni. Discite a me, quia mitis sum et húmilis corde – Et invenietis requiem animabus vestris.

Oremus: Dómine Iesu, qui ineffabiles Cordis tui divitias Ecclesiae Sponsae tuae singulari dilectionis beneficio aperire dignatus es: concede propitius, ut gratiis caelestibus, ex hoc dulcissimo fonte manantibus, corda nostra ditari ac recreari mereantur. Qui vivis et regnas Deus in saecula saeculorum. Amen.








domingo, 18 de junio de 2017

Cantemos al amor de los amores

Hoy es el Corpus Christi, la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. La oración por excelencia para este día es el Pange Lingua, de Sto. Tomás de Aquino. Pero hay otra oración,  muy conocida como canción: Cantemos al amor de los amores. En la Liturgia de las Horas aparece como himno de las vísperas. Y he descubierto que es una oración más larga que el trozo que cantamos. La canción es sólo para el trozo inicial. La segunda parte es muy bonita y añade al himno. Desgraciadamente, no se puede cantar esta segunda parte con la melodía que conocemos y no he encontrado en ningún sitio ni una partitura ni el canto con toda la letra.

Dos cosillas más que me encariñan a la canción. El autor de la letra es el  Restituto del Valle, padre agustino que estuvo destinado aquí en Mallorca, en la Iglesia de Socorro. Y se puede considerar el himno de nosotros los adoradores.

Cantemos al amor de los amores
P. Restituto del Valle

Cantemos al Amor de los amores,
cantemos al Señor.
¡Dios está aquí! Venid, adoradores,
adoremos a Cristo Redentor.

¡Gloria a Cristo Jesús! Cielos y Tierra,
bendecid al Señor.
¡Honor y gloria a ti, Rey de la gloria,
amor por siempre a ti, Dios del Amor!

¡Oh Luz de nuestras almas!
¡Oh Rey de las victorias!
¡Oh Vida de la vida
y Amor de todo amor!

¡A ti, Señor, cantamos,
oh Dios de nuestras glorias,
tu nombre bendecimos,
oh Cristo Redentor!

¿Quién como tú, Dios nuestro?
Tú reinas y tú imperas;
aquí te siente el alma,
la fe te adora aquí,

¡Señor de los ejércitos,
bendice tus banderas!
¡Amor de los que triunfan,
condúcelos a ti! Amén

miércoles, 31 de mayo de 2017

Letanía de la humildad

Los que siguen este blog saben que la falta de humildad es uno de mis pecados habituales. Por eso me llamó mucho la atención esta letanía de la humildad que encontré en el prólogo del libro del cardenal Robert Sarah La fuerza del silencio. Frente a la dictadura del ruido.

Es una oración que rezaba el cardenal hispano-inglés Rafael Merry del Val.  Tras retirarse, la recitaba al final de la misa de cada día. Contrario a lo que dice el libro, no la compuso él: existía una versión anterior en un devocionario inglés, el Handbook of Prayer del Midwest Theological Forum, de autor desconocido. Probablemente el cardenal la adaptó y siendo un personaje muy conocido –fue secretario de Estado de S. Pío X– la popularizó.

Es una oración que me impactó desde la primera vez que la leí. Además de rezarla entera muy a menudo, me va bien recitar trozos durante mi actividad: si me pasan por alto en algo me digo «De que se me deje en el último lugar, Señor, me alegraré» o si me entra el temor a quedar mal me digo «Del temor de perder la fama, líbrame Señor» o si me encuentro “dándome autobombo” me repito «Del deseo de ser aprobado, líbrame Señor». Es un buen rezo para darte cuenta de todo lo que haces para ensalzarte, mirando al mundo y no a Dios.

Letanía de la humildad
Autor anónimo, versión del cardenal Rafael Merry del Val

¡Oh Jesús!, manso y humilde de corazón, escúchame:

Del deseo de ser reconocido – líbrame Señor;
Del deseo de ser estimado,
Del deseo de ser amado,
Del deseo de ser ensalzado,
Del deseo de ser alabado,
Del deseo de ser preferido,
Del deseo de ser consultado,
Del deseo de ser aprobado,
Del deseo de quedar bien,
Del deseo de recibir honores,

Del temor de ser criticado – líbrame Señor;
Del temor de ser juzgado ,
Del temor de ser atacado,
Del temor de ser humillado,
Del temor de ser despreciado,
Del temor de ser señalado,
Del temor de perder la fama,
Del temor de ser reprendido,
Del temor de ser calumniado,
Del temor de ser olvidado,
Del temor de ser ridiculizado,
Del temor de la injusticia,
Del temor de ser sospechado – líbrame Señor;

Jesús, concédeme la gracia de desear:

Que los demás sean más amados que yo;
Que los demás sean más estimados que yo;
Que en la opinión del mundo otros sean engrandecidos y yo humillado;
Que los demás sean preferidos y yo abandonado;
Que los demás sean alabados y yo menospreciado;
Que los demás sean elegidos en vez de mí en todo;
Que los demás sean más santos que yo, siendo que yo me santifique debidamente;

De ser desconocido y pobre – Señor, me alegraré;
De estar desprovisto de perfecciones naturales de cuerpo y de espíritu,
De que no se piense en mí,
De que se me ocupe en los empleos más bajos,
De que ni se dignen usarme,
De que no se me pida mi opinión,
De que se me deje en el último lugar,
De que no me hagan cumplidos,
De que me reprueben a tiempo y a destiempo – Señor, me alegraré;

Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia,
porque suyo es el Reino de los Cielos.

Oremos. ¡Oh, Jesús! que, siendo Dios te humillaste, y en una muerte de cruz,
para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio.
Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que
humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser
ensalzados hasta gozar eternamente de Ti en el Cielo.

sábado, 27 de mayo de 2017

Bendita sea tu pureza

Esta es una breve oración a la Virgen que aprendí de niño, que todos sabíamos, pero que por lo que sea dejé de usar.  Hace años o décadas que no la oía. El jueves fui a rezar el rosario con las monjas en la capilla de la adoración perpetua y la rezaron. Y me acordé de casi toda la oración. Es muy sencilla pero muy bonita. Es de autor desconocido y parece que es del S. XVII.

Bendita sea tu pureza

Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea
Que todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza

A Ti celestial princesa
Virgen Sagrada María
Te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.

Mírame con compasión
No me dejes Madre mía

martes, 23 de mayo de 2017

El Santo Rosario

Siendo mayo, mes de María, es obligada una entrada sobre la oración mariana por excelencia: el rosario. Es una oración muy antigua, del S. IX o anterior y es seguramente la oración compuesta más rezada: millones lo rezamos todos los días.

Cuando Sta. Bernardette tuvo la primera aparición de la Virgen, sacó su rosario y se puso a rezarlo y la Virgen la acompañó en el rezo. En muchas apariciones la Virgen ha pedido que se rece el rosario. Dice que es su oración favorita. El Padre Pío (y otros) han llamado al rosario su arma contra el mal (o contra el demonio). Todos los que rezamos el rosario con asiduidad notamos un cambio en nuestro interior.

De niño mis padres nos hicieron rezar el rosario en familia algunas veces. Lo odiaba (y mis hermanas también). Supongo que por eso dejaron de hacerlo. Yo volví a retomar el rezo del rosario en una visita a Lourdes hace unos dos años. Lo rezo todos los días y se han vuelto las tornas: me gusta rezarlo con mi madre siempre que puedo.

Cómo se reza

El rosario puede empezar con una “entrada”. He visto diferentes versiones.  Yo empiezo con un acto de contrición o un credo, un padre nuestro, tres avemarías y un gloria. También se puede omitir y empezar con el primer misterio, pero me parece una forma un poco brusca de empezar, sin algo de preparación.

Tras la entrada se rezan cinco misterios y para cada uno se enuncia el misterio, se reza un Padre Nuestro, diez Ave Marías y un Gloria y tras el Gloria se añade la jaculatoria “María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”. Depende del día, se rezan los misterios de gozo, de dolor, de gloria o de luz.

Si se reza el rosario en comunidad, tras los misterios viene la letanía, una lista de 65 invocaciones, la mayoría a la Virgen, con sus contestaciones: «Santa María»«Ruega por nosotros»; «Santa Madre de Dios»«Ruega por nosotros», etc.

Si se reza el rosario sólo, rezar la letanía tiene menos sentido (te estarías contestando a ti mismo), y entonces acabas de forma más sencilla, con una Salve o el Sub tuum praesidium, seguido de una breve jaculatoria: «Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo».

En ambos casos se acabo con una oración conclusiva. La más habitual es:
«Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo Nuestro Señor.»
Otra, más antigua es:
«Te rogamos Señor que infundas en nuestros corazones tu gracia, para que, así como por el anuncio del Ángel conocimos la encarnación de Jesucristo tu Hijo, así por su pasión y cruz seamos conducidos a la gloria de la resurrección. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.»
Y a veces se acaba con 3 Ave Marías, una por las intenciones del Papa, otra para los Obispos y la tercera para los muertos.

Los misterios

Hay 20 misterios, agrupados en 4 grupos de 5:
  • Los misterios gozosos, que se rezan los lunes y sábados
  • Los misterios dolorosos, que se rezan en martes y viernes
  • Los misterios gloriosos que se rezan en miércoles y domingo
  • Los misterios luminosos que se rezan en jueves.
Estos últimos misterios los incorporó S. Juan Pablo II en el año 2002, en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae (Rosario de la Virgen María). 

Los cinco misterios gozosos son: 1.- La encarnación; 2.- La visita de la Virgen a Sta. Isabel; 3.- El nacimiento de Jesús; 4.- La presentación de Jesús en el templo; 5.- El Niño Jesús es perdido y hallado en el templo.

Los cinco misterios dolorosos son: 1.- La oración en el huerto de los Olivos; 2.- Jesús es apresado y azotado; 3.- La coronación de espinas; 4.- Jesús es cargado con la cruz; 5.- Jesús es clavado en la cruz.

Los cinco misterios gloriosos son: 1.- La Resurrección del Señor; 2.- La Ascensión del Señor; 3.- La venida del Espíritu Santo en Pentecostés; 4.- La Asunción de Nuestra Señora; 5.- La Virgen es coronada como Reina de los Cielos.

Los cinco misterios luminosos son: 1.- El bautismo del Señor; 2.- La autorevelación del Señor en las bodas de Caná; 3.- La predicación del Evangelio invitando a la conversión; 4.- La transfiguración; 5.- La institución de la Eucaristía en la Última Cena.

Cada rosario tiene así un enfoque propio. No es lo mismo rezarlo el lunes que el viernes que el domingo.


Distracciones

Uno de los problemas del rosario son las distracciones. Los labios van por un lado y la mente va por otro. Si alguien sabe como se vence a las distracciones, que me lo cuente, por favor. Yo me imagino a Abram espantando a los buitres que se cernían sobre su ofrendas (Génesis 15:10-11) y me veo como él, espantando a las distracciones que se ciernen sobre mi ofrenda. Se lucha, aunque no siempre se vence. Algunos consejos (que no siempre funcionan)
  • Fíjate en las palabras, no recites de corrido. Entona.
  • Ofrece cada misterio o cada Ave María por una intención. Así al menos te centras periódicamente
  • Piensa en alguna imagen del misterio antes de empezar cada misterio o Ave María
  • Si tienes una imagen de la Virgen, centra en ella tu mirada en ella y reza como si le hablaras
Y si tus pensamientos fluyen hacia temas religiosos o morales, déjalos ir. Pienso que el rosario los guía hacia Dios. Lo malo es que empiezas pensando en cómo liberarte de una tentación y acabas pensando en qué vas a comer para cenar.

Si no tenéis un rosario, compráoslo. Son baratos. Y rezadlo cada día. Las mejorías en vuestra vida las notaréis pronto.




miércoles, 17 de mayo de 2017

Compromiso de oración

(Esta es una versión reducida de mi entrada Compromiso de oración en el blog Acogiéndome a Sagrado)

Como católico, veo la sociedad y me asusto: moral casi inexistente, hipersexualidad, destrucción del concepto de familia, desplome de la natalidad, consideración del aborto como un derecho, imposición por ley de ideologías contrarias a la moral cristiana (siendo el LBGT el caso más claro), profanación de templos y símbolos cristianos, iglesias vacías, pobreza litúrgica. Incluso como ciudadano veo la corrupción, los ataques a la libertad de expresión (como al famoso autobús de Hazte Oír), el dinero y la economía como máximo criterio (y no me refiero sólo a los gobiernos: «ya tendré hijos cuando tenga la vida asentada»). O al presidente electo francés E. Macron diciendo que la cultura francesa no existe.

 El origen de todos estos problemas es que hemos alejado a Dios de nuestra sociedad. Para resolverlos necesitamos oración, mucha oración. Sólo la oración puede salvar esta sociedad.
Oración continuada, permanente. No una «cruzada de oración» que dure unos días. No un rosario una vez a la semana o al mes. No una novena. Oración diaria de aquí hasta el día de nuestra muerte.

Tengo un convencimiento profundo, un convencimiento que no procede de mí, de que si todos los católicos practicantes nos comprometiésemos a rezar una hora al día todos los días, los problemas descritos disminuirían visiblemente en unos meses. Y si seguimos constantes en la oración, se reducirían a la nada y no volverían. No digo nada nuevo. Sta. Teresa ya decía «Almas orad, orad, orad, porque todo lo puede la oración.»

Y eso busco: gente que se comprometa a rezar una hora al día, todos los días, para siempre, para salvar a esta sociedad (y a sí mismos). Comprométete ante Dios a rezar una hora al día todos los días.
Escríbelo. En un papel o en los comentarios de esta entrada.  Ahí va mi compromiso público:

«Yo, José Miró Julià, me comprometo ante Dios y ante mis hermanos a rezar al menos una hora al día hasta el fin de mis días, para la salvación de la sociedad y de las almas del mundo.»

Repite el compromiso cada semana.  Hazlo público si lo crees conveniente. Díselo a otros.

La oración nos salvará. Individualmente y colectivamente.

Estoy aquí para ayudar, y estoy seguro que no soy el único dispuesto a hacerlo. Escribid vuestro compromiso, mandad vuestros testimonios, proponed vuestras oraciones, exponed vuestras dudas, describid vuestros problemas. Usad los comentarios del blog o Twitter (@joe_miro). Cuantos más seamos, mejor. Estas cosas no suman: se multiplican.


martes, 2 de mayo de 2017

Magnificat

Empezamos mayo, uno de los momentos fuertes de devoción a la Virgen (el otro es Adviento). La primera entrada del mes debe ser una oración a la Virgen, ¿pero cuál? El final me he decidido por el Magnificat. El canto está recogido en el evangelio de S. Lucas, capítulo 1: 46-55.  Es la respuesta de María a su prima Sta. Isabel cuando la bendice.  Es, pues, la primera oración mariana que tenemos.

Es la única oración y el único "discurso" que conocemos de la Virgen. En el resto de los Evangelios apenas mencionan alguna frase y nunca toma protagonismo. Incluso en la Anunciación dice «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Su palabra», cediendo el protagonismo a Dios.

El nombre de la oración proviene de la primera palabra en latín: «Magnificat ánima mea Dóminum»: «Proclama mi alma la grandeza del Señor». Es un canto de alegría: María exulta por todo lo que el Señor hace por ella.

El Magnificat se reza todas las tardes en las vísperas de la Liturgia de las Horas. Y como pasa tantas veces, me parece mucho más bonito en latín.

Magnificat

Proclama mi alma la grandeza del Señor
Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador,
Porque ha mirado la humillación de su esclava

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones
Porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí:
Su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles
De generación en generación

El hace proezas con su brazo
Dispersa a los soberbios de corazón,
Derriba del trono a los poderosos
Y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes
Y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
Acordándose de su misericordia,
Como lo había prometido a nuestros padres,
En favor Abraham y su descendencia por siempre

Magnificat

Magnificat ánima mea Dóminum
Et exultavit spíritus meus in Deo, salutare meo,
quia respexit humilitatem ancillae suae.

Ecce enim et hoc beatam me dicent omnes generationes,
quia fecit mihi magna qui potens est,
Et sanctum nomen eius, et misericordia eius 
ad progénie in progénies timéntibus eum.

Fecit potentiam in brachio suo
Dispersit superbos mentis cordis sui,
Depósuit potentes de sede
Et exaltavit húmiles
Esurientes implevit bonis
Et dívites dimisit inanes

Suscepit Israel puerum suum
Recordatus misericordiae suae
Sicut locutus est ad patres nostros
Abraham et sémini eius in saécula.

jueves, 27 de abril de 2017

Coronilla de la divina misericordia

El domingo pasado, Domingo de la Octava de Pascua, fue el Domingo de la Divina Misericordia. Es una fiesta reciente: es parte de la liturgia oficial de la Iglesia Católica desde el año 2000. Esta fiesta viene de las revelaciones de Jesucristo a la monja polaca santa María Faustina Kowalska, que murió en 1938 y fue canonizada el 30 de abril del 2000. Sta. Faustina es conocida como la apóstol de la misericordia.

Esta santa tenía conversaciones frecuentes con Jesucristo y escribió todo en su Diario. Una de las entradas del diario describe como Jesucristo le comunicó que en el segundo domingo de Pascua tendría misericordia absoluta: todo aquel que se confesara y comulgara tendría la remisión completa de culpas y castigos. Esto es más que una indulgencia plenaria, que sólo perdona los castigos.

En otra de sus conversaciones Jesús le encomendó que rezara la coronilla de la divina misericordia. Le explicó cómo debía rezarse. Según escribió en su diario, Jesús le dijo:
«Rezarás la coronilla durante nueve días con un rosario normal, de la manera siguiente: primero rezarás el padrenuestro, el avemaría y el credo. Después, en todas las cuentas del padrenuestro dirás las siguientes palabras:
Eterno Padre te ofrezco el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, en expiación por nuestros pecados y los del mundo entero.
En las cuentas del avemaría, rezarás las siguientes palabras:
Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. 
Finalmente [tras las cinco decenas] rezarás tres veces estas palabras:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. »
 Jesús prometió que «Quien quiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte. Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá gracias de mi misericordia infinita.» Y también que «Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como Juez justo, sino como Salvador misericordioso.»

Últimamente he tenido varios muertos en mi familia y entre mis amigos. El tener una oración concreta que rezar por su alma es muy reconfortante.


(Añadido el 26 de junio de 2018)

Si se quiere rezar en latín:

Debe rezarse primero el Pater noster, el Ave Maria y el Credo. Después en las cuentas del Padre Nuestro:
Pater aeterne, offero tibi Corpus et Sanguinem, animam et divinitatem dilectissimi Filii Tui, Domini nostri, Iesu Christi, in propitatione pro peccatis nostris et totius mundi
En las cuentas del Ave María:
Pro dolorosa Eius passione, miserere nobis et totius mundi 
Tras las cinco decenas, hay que recitar tres veces
Sanctus Deus, Sanctus Fortis, Sanctus Immortalis, miserere nobis et totius mundi.

 


sábado, 22 de abril de 2017

Padre, me pongo en tus manos. Oración de Carlos de Foucauld

Carlos de Foucauld nació en Estrasburgo en 1858. Se quedó huérfano muy joven. Fue educado por su abuelo en la fe católica, pero en su juventud la abandonó. Ingresó en el ejército, el ejército lo llevó a África, y allí en el desierto volvió a conocer a Jesús. Se hizo monje en Francia en 1890, después de unos años en un monasterio trapense y en Nazaret volvió a África y allí estuvo hasta que lo asesinaron en 1916. Hay muchos más detalles de su vida y su obra en la web de la Asociación de familia espiritual de Carlos de Foucauld.

Fue un gran orante. Tiene un capítulo en el gran libro En la escuela de los grandes orantes de Jaques Loew. Posiblemente su oración más conocida es esta oración de abandono, en el que se pone totalmente en manos de Dios. Curiosamente, la oración que conocemos no la escribió él, sino que está extraída de una meditación más larga basada en las palabras de Jesús en la cruz «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu».

La oración original es en francés. Hay varias traducciones al español. La que os pongo es la que recito yo.

Oración de abandono
Carlos de Foucauld

Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras,
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Lo acepto todo con tal que Tu voluntad
Se cumpla en mí y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Padre.

Yo te ofrezco mi alma
Y te la doy con todo el amor de que soy capaz.
Porque deseo darme,
Ponerme en tus manos,
Con infinita confianza,
Porque Tú eres mi Padre.

martes, 18 de abril de 2017

Regina coeli

Una oración tradicional mariana es el Ángelus. Es una oración que se reza al mediodía –aunque "oficialmente" debe rezarse tres veces al día: al amanecer, al mediodía y al atardecer–. Me acuerdo que de niño veía por la televisión cómo se interrumpía el campeonato de España de pelota mano a mediodía para rezar el Ángelus.

Pues en Pascua no se reza el Ángelus. Se le sustituye por el Regina coeli, Reina del cielo. Es una oración corta, muy antigua, que ya rezaban los franciscanos en el S. XII. Es un canto cuyo texto hace alusión a la resurrección y por eso se reza en el período de Pascua y probablemente por eso el Papa Benedicto XIV, el año 1742, estableció que desde las primeras vísperas del día de Pascua (el sábado por la tarde) hasta mediodía del día de Pentecostés, se rezara el Regina coeli en vez del Ángelus.

La estructura similar al Ángelus: versos con sus consiguientes respuestas, pero sin Avemarías en medio. Lo que no tengo claro es cuántos versos hay: tanto he visto que sean 3, como sólo 2 (los dos primeros). Yo aquí lo escribo con tres versos.

Si se quiere cantar, hay muchas versiones: en gregoriano, o de grandes compositores: Victoria, Monteverdi, Vivaldi, Brahms.

Como de costumbre, os lo escribo en español y latín.

Reina del cielo

V/ Reina del cielo, alégrate,  aleluya
R/ Porque el Señor, a quien has merecido llevar, aleluya

V/ Ha resucitado, según su palabra, aleluya
R/ Ruega al Señor por nosotros, aleluya

V/ Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya
R/ Porque verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya.

Oremos: Oh Dios, que por la resurrección de tu hijo nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén


Regina coeli

V/ Regina coeli, laetare, alleluia
R/ Quia quem meruisti portare, alleluia

V/ Resurrexit, sicut dixit, alleluia
R/ Ora pro nobis Deum, alleluia

V/ Gaude et laetare, Virgo Maria, alleluia
R/ Quia surrexit Dominus vere, alleluia

Oremus: Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Iesu Christi, mundu laetificare dignatus es: praesta, quaesumus; et, per eius Genetricem Virginem Mariam, perpetuae capiamus gaudia vitae. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen

sábado, 15 de abril de 2017

Jubilate Deo

Pascua de Resurrección. Hoy toca cantar

Jubilate Deo, 
Omnis Terra
Servite, Domino, in laetitia
Allelluia, alleluia


miércoles, 12 de abril de 2017

Pange lingua

Siendo mañana el Jueves Santo, la oración de hoy ha de ser el Pange Lingua. Es una oración compuesta por Sto. Tomás de Aquino para la festividad del Corpus Christi (¡hay que ver lo buen creador de oraciones que era ese hombre1). Aunque la compuso para el Corpus, yo siempre lo he oído cantar durante la celebración del Jueves Santo, normalmente al ir a custodiar las formas consagradas tras la celebración.

A diferencia de otras oraciones, que se rezan generalmente en español aunque haya una versión en latín, esta oración sólo la he oído rezar en latín, casi siempre cantado. La versión clásica es la gregoriana, aunque hay una versión muy bonita de Mocedades, aunque no cantan la oración completa.

El nombre, Pange lingua, son las dos primeras palabras de la oración. Quiere decir «Canta, oh lengua». Les dejo la oración, la traducción la español y una versión cantada.

Pange lingua
Sto. Tomás de Aquino

Pange, lingua, gloriosi
Corporis mysterium
Sanguinisque pretiosi
Quem in mundi pretium
Fructus ventris generosi
Rex effudit gentium

Nobis datus, nobis natus
Ex intacta virgine
Et in mundo conversatus
Sparso verbi semine.
Sui moras incolatus
Miro clausit ordine

In supremae noctae coenae
Recumbens cum fratribus
Observata lege pleanae
Cibis in legalibus
Cibum turbae duodenae
Se dat suis manibus

Verbum caro, panem verum
Verbo carnem efficit
Fitque Sanguis Christi merum.
Et, si sensus deficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fides sufficit

Tantum ergo Sacramentum
Veneremur cernui:
Et antiquum documentum
Novo cedat ritui.
Praestet fides supplementum
Sensuum defectui

Genitori, genitoque
Laus et iubilatio
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio.
Procedenti ab utroque
Compar sit laudatio.
Amen.

Canta, oh lengua

Canta, oh lengua,
el misterio del glorioso cuerpo
y la gloriosa sangre
que el Rey de la Naciones,
Fruto de un vientre generoso,
Derramó en rescate del mundo.

Nos fue dado, nos fue nacido
De una virgen sin mancha.
Y después de pasar su vida en el mundo,
Una vez propagada la semilla de su palabra,
Terminó el tiempo de su residencia,
De un modo admirable

En la noche de la Última Cena,
Reclinado con sus hermanos,
Observada plenamente la ley,
En la comida de la Ley (la cena Pascual)
Se da con sus propias manos
Como comida para los doce.

El verbo encarnado, pan verdadero,
Lo convierte con su palabra en carne,
Y el vino se vuelve Sangre de Cristo.
Y si los sentidos fallan,
Para reafirmar el corazón sincero,
La sola fe basta.

Así pues, tan gran Sacramento
Veneremos postrados,
Y el Antiguo testamento
Cede paso al nuevo rito.
La fe preste auxilio
A la debilidad de los sentidos.

Al Progenitor y al Primogénito (al Padre y al Hijo)
Loas y cantos de júbilo,
Salud, Honor,
Fuerza y bendición.
Aquel que procede de ambos,
Tenga la misma alabanza.
Amén.



sábado, 1 de abril de 2017

Oración al Santísimo Sacramento

Como he contado en mi otro blog, soy adorador. Todos los viernes, de 9 a 10 de la noche, es mi turno en la Adoración Perpetua. Es una hora de contemplación y oración que se me hace cortísima. Tengo mi ritual de oraciones y la primera, mi saludo por así decirlo, es esta Oración al Santísimo Sacramento, de Sto. Tomás de Aquino. Tiene un estilo parecido a la Oración para antes de estudiar, que comenté en una entrada anterior.

Cada vez que lo rezo mi admiración por Sto. Tomás crece. Me asombra su precisión: cómo reconoce los aspectos importantes de la vida y reza por ellos. El trozo que más me gusta es cuando pide ser «obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin murmuración, humilde sin ficción, alegre sin disipación, maduro sin pesadumbre...» es decir, pide la virtud, pero la virtud pura, de alma, la virtud sin el defecto que tan fácilmente puedes tener si sólo la vives por fuera. Tanta precisión me hace pensar que todas estas debilidades y tentaciones las vivió. Que conoce íntimamente el alma débil. Que no nació santo ni consiguió su perfección sin esfuerzo.

Si quieres que Dios te dé la esencia de la perfección del alma, reza esta oración.

Oración al Santísimo Sacramento
Sto. Tomas de Aquino

Oh, santísimo Jesús, que aquí eres verdaderamente Dios escondido: concédeme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente, en alabanza y gloria de tu nombre, todo lo que te agrada. Ordena, oh Dios mío, el estado de mi vida: concédeme que conozca lo que de mí quieres y que lo cumpla como es menester y conviene a mi alma. Dame, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce ni en estas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de los que lleva a ti o aparta de ti. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a ti. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin ti y no desee cosa alguna fuera de ti. Séame deleitoso, oh Señor, cualquier trabajo por ti y enojoso el descanso sin ti.

Dame, oh Dios mío, levantar a ti mi corazón, frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a tu servicio, hacer mis obras, no por rutina, sino refiriéndolas a ti con devoción.

Hazme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin murmuración, humilde sin ficción, alegre sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de ti sin desesperación, veraz sin doblez. Haz que practique el bien sin presunción, que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos.

Dame, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de ti. Dame un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe. Dame un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante. Dame un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine.

Otórgame, oh Señor Dios mío, entendimiento que te conozca, diligencia que te busque, sabiduría que te halle, comportamiento que te agrade, perseverancia que confiadamente te espere y esperanza que, finalmente, te abrace. Dame que me aflija aquí con tus penas por la penitencia, que en el camino de mi vida use de tus beneficios por gracia y en la patria goce de tus alegrías por gloria.

Señor, que vives y reinas, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.