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martes, 24 de diciembre de 2019

La Sibil.la

Esta noche es Nochebuena y en todas las Misas del Gallo de Mallorca se va a cantar el Canto de la Sibil.la. Es un canto medieval que se ha mantenido desde entonces. No parece que se sepa exactamente de cuándo es. Probablemente es del siglo XIII y es en catalán de la época. Es tan importante en nuestra forma de vivir la Navidad que el Concilio de Trento, que prohibió las oraciones y manifestaciones en las liturgias en lengua vernácula hizo una excepción para este canto.

La Sibila es una profetisa, que anuncia la llegada del Salvador. Por la letra no parece un canto de Navidad, pues habla del juicio final y tiene un tono apocalíptico. Yo me sospecho que nuestra Navidad tierna y entrañable, del vuelve a casa por Navidad es reciente y que hasta hace un par de siglos la Navidad estaba centrada en la salvación, incluyendo los novísimos (muerte, juicio, cielo e infierno).

Es un canto muy particular y muy bonito. Es difícil de cantar y castiga bastante la voz. Por eso la soprano tiene que tomar descansos y aparecen los interludios de órgano o coro. Y también es posible que sea el motivo que se canta una versión reducida. Os pongo la versión completa (con la traducción al español) y marco con un paréntesis lo que no se canta ya. El video es del canto en la catedral de Palma en la Nochebuena del 2018. Escuchad primero y ya leeréis el texto después.

Feliz Navidad a todos.




Cant de la Sibil·la

El jorn del Judici
parrà el qui haurà fet servici.

Jesucrist, Rei universal,
homo i ver Déu eternal,
del cel vindrà per a jutjar
i a cada u lo just darà.

(Gran foc del cel devallarà,
mars, fonts i rius, tot cremarà.
Daran los peixos horribles crits
perdent los seus naturals delits

Ans del judici l'Anticrist vindrà
i a tot lo mon turment darà,
i se farà com Deu servir,
i que no el crega farà morir.

Lo seu regnat serà molt breu,
en aquell temps sots poder seu
moriràn màrtirs tots a un lloc
aquells dos sants, Elies i Enoc.

Lo sol perdrà sa claredat
mostrant-se fosc i entelat,
la lluna no darà claror
i tot lo mon serà tristor.)

Als mals dirà molt agrament:
—Anau, maleïts, en el turment;
anau, anau al foc etern
amb vostron príncep de lo infern.

Als bons dirà: -Fills meus, veniu!
benaventurats, posseïu
el Regne que us està aparellat
des que lo món va ésser creat.

Oh humil verge! Vos qui heu parit
Jesús infant en esta nit,
a vòstron Fill vullau pregar
que de l'infern vulla'ns lliurar.

El jorn del Judici
parrà el qui haurà fet servici.


Canto de la Sibila

El día del Juicio
perecerá el que haya hecho servicio.

Jesucristo, Rey universal,
hombre y verdadero Dios eterno,
del cielo vendrá para juzgar
y a cada uno lo justo dará.

(Un gran fuego del cielo bajará
mares, fuentes y ríos, todo lo quemará.
Daran los peces horribles gritos
perdiendo sus naturales regocijos.

Antes del Juicio el Anticristo vendrá
y a todo el mundo tormento dará
y se hará como Dios servir,
y el que no crea en él, lo hará morir.

Su reinado será muy breve
en aquellos tiempos bajo su poder
morirán mártires todos a la vez
aquellos dos santos, Elías y Enoc.

El sol perderá su claridad
mostrándose oscuro y entelado.
La luna no iluminará
y todo el mundo será oscuridad.)

A los malvados dirá muy amargamente:
– Id, malditos, al tormento;
id, id al fuego eterno
con vuestro príncipe del infierno.

A los justos dirá: –¡Hijos míos, venid!
Bienaventurados, poseed
el Reino que os he preparado
desde que el mundo fue creado.

¡Oh, humilde Virgen! Vos que habéis parido
Jesús niño esta noche,
a vuestro Hijo quered rogar
que del infierno nos quiera librar.

El día del Juicio
perecerá el que haya hecho servicio.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Oración de San Miguel

Dicen que el Papa Leon XIII tuvo una visión en la que Satanás le pedía tiempo y poder para poder destruir la Iglesia y Jesucristo se lo concedía. He buscado confirmación de la existencia de esta visión y he encontrado demasiadas inconsistencias: unos la sitúan el 13 de octubre de 1884, otros el 25 de septiembre de 1888. Unos dicen que el papa quedó en éxtasis unos minutos, otros que quedó inconsciente y pensaban que había muerto; unos dicen que Satanás pidió 75 años, otros dicen que 100. No me queda claro qué hay de verdad en esta historia.

Lo que sí he podido comprobar es que Leon XIII compuso y publicó en 1888 una oración en la que pide a S. Miguel que defienda la Iglesia y que dio orden de que se rezara al final de cada misa. Por esta orden papal, la oración a S. Miguel se incorporó a la misa. En 1934 la oración se acortó y tras el Concilio Vaticano II se suprimió del misal.

En los últimos 50 años hablar del demonio y del infierno está muy mal visto en la Iglesia. Como he comentado en mi otro blog, esto es un grave error. Aprovechando que se acerca la festividad de S. Miguel, os transcribo la oración de Leon XIII, tanto la original como la versión breve. En estos momentos de embrollo y división en la Iglesia necesitamos rezarla a menudo.


Oración de S. Miguel
(versión corta de 1934)
Arcángel S. Miguel, defiéndonos en la batalla: sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes; y tú, Príncipe de la milicia celestial, lanza al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros malignos espíritus que discurren por el mundo para la perdición de las almas. Amén
Sancte Michaele Archangele, defende nos in proelio, contra nequitam et insidias diaboli esto praesidium. Imperit illi Deus, suplices deprecamur; tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui a perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude. Amen.


Oración de S. Miguel
(versión completa, Leon XIII,  de 1888: Acta Sanctae Sedis, Vol. XXIII, 1890-91, pp. 743 y ss.)
¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestiales, S. Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate y terrible lucha que tenemos que sostener contra los poderes y potestades, contra los príncipes de este mundo de tinieblas y contra los malignos espíritus! Venid en auxilio de los hombres que Dios hizo inmortales, formó a su imagen y semejanza y redimió a gran precio de la tiranía del demonio. Pelea en este día con el ejército de los santos ángeles las batallas del Señor, como peleaste en otra ocasión con Lucifer, jefe de los soberbios, y contra los ángeles apóstatas, que fueron impotentes a resistiros y para los cuales no hubo ya lugar en el cielo.
Sí, ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo. Pero he aquí que este antiguo enemigo, este primer homicida, ha levantado fieramente la cabeza. Transfigurado en ángel de luz y seguido de toda la turba de espíritus malditos, recorre la tierra entera para apoderarse de ella y desterrar el nombre de Dios y de su Cristo para robar, matar y entregar a la eterna perdición las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Además de los hombres de alma ya pervertida y corrompido corazón, este dragón perverso lanza encima, como un torrente de fango impuro, el veneno de su malicia, es decir, el espíritu de mentira, de impiedad y blasfemia, y el soplo emponzoñado de la impureza, de los vicios y de todas las abominaciones.
Enemigos llenos de astucia han llenado de injurias y saturado de amargura la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado y sobre sus más sagrados bienes han puesto sus manos criminales. En el mismo lugar santo, donde ha sido establecida la silla de Pedro y la cátedra de la verdad, que debe iluminar el mundo, han alzado el abominable trono de su impiedad, con la intención perversa de herir al Pastor y dispersar el rebaño.
Te suplicamos pues, oh Príncipe invencible, contra los ataques de esos espíritus réprobos, auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria. Este pueblo te venera como su protector y patrono y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir las almas a la beatitud celeste. Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia. Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, la antigua serpiente que es diablo y Satán, encadénalo y precipítalo en el abismo, para que no pueda seducir a los pueblos. Amén.
V./ He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
R./ Venció el León de Judá, el retoño de David.
V./ Que tus misericordias, oh Señor, se realicen sobre nosotros.
R./ Como hemos esperado de ti.
V./ Señor, escucha mi oración.
R./ Y que mis gritos se eleven hasta ti.
 Oremos: Oh Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre e imploramos insistentemente tu clemencia, para que por la intercesión de María Inmaculada siempre Virgen, Madre nuestra,  y del glorioso S. Miguel Arcángel, te dignes auxiliarnos contra Satán y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén.


sábado, 11 de febrero de 2017

Acto de contrición

La oración de hoy, el "Señor mío Jesucristo", es una de esas que nos enseñaban de pequeños hace 50 años (sí, soy así de viejo). Nunca la aprendí entera, por lo que imagino que no me gustaba gran cosa. La volví a aprender hace dos años o así y ha contribuido a la conversión que he disfrutado recientemente.

Todo empezó en Lourdes (y hoy es el día de Ntra. Sra. de Lourdes). Convencí a la familia de ir a pasar unos días en verano. Quería ir a un sitio que pudiera reavivar mi fe. Y allí empecé a entender la importancia del rezo del rosario. En la página web a la que fui para aprender otra vez a rezar el rosario aconsejaban empezar con el acto de contrición. Tras rezar diariamente que me proponía firmemente confesarme, no tuve más remedio que empezar a confesarme. Yo, que no me confesaba nunca. Y descubrí la importancia de la confesión frecuente, como explico en mi otro blog, Acogiéndome a Sagrado.

Hay dos cosas que me llaman la atención de esta oración. Una es el inicio, donde llama a Jesucristo "Creador, Padre y Redentor mío". Parece una confusión de las dos primeras personas de la Santísima Trinidad.

La segunda es el recuerdo de que ofender a Dios te puede llevar al infierno. Algo que no está nada de moda, pero que considero parte esencial de las creencias del catolicismo (y aprovecho para poner otra cuña a mi otro blog).

Es una oración corta y simple, pero potente. O al menos a mí me ha hecho cambiar.


Acto de contrición

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío.
Por ser Vos quien sois, bondad infinita,
Y porque os amo sobre todas las cosas
Me duele de todo corazón haberos ofendido.
También me duele porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Por eso, ayudado de vuestra Divina Gracia,
Me propongo firmemente nunca más pecar, confesarme
Y cumplir la penitencia que me sea impuesta.
Amén.