sábado, 25 de febrero de 2017

Triduo de carnaval

Ayer, en mi turno de la Adoración Perpetua, hojeando el devocionario de mi abuelo «El caballero cristiano», vi esta oración titulada «Triduo de carnaval». No sé si está relacionada con el acto que se realiza en la catedral de Sevilla o si es otra cosa. Da igual. No tenía ni idea de qué iba esta oración, pero dado que esta es la semana de carnaval me pareció adecuado rezarlo. Quedé impresionado.

En la reflexión posterior me di cuenta que lo que me impresionó es que me hace considerarme corresponsable de todo el mal en el mundo. Pido misericordia por el mal que he hecho. Y también por el que hacen mis padres y amigos. Y por el que hacen mis enemigos. Y el de los gobernantes, los periodistas, los adúlteros, los enemigos de la Iglesia. Uno podría pensar ¿por qué tengo que pedir que el Señor tenga misericordia de mí por los insultos a las sagradas imágenes, si yo no las insulto, sino todo lo contrario? Pues porque estos insultos existen y los hace la sociedad y el mundo del que yo soy miembro. Por lo tanto es en parte mi culpa, aunque sea porque no hago lo suficiente para pararlo.

Esto es completamente contrario a las peticiones de los fieles que se rezan en mi parroquia. Son del estilo «Por los gobernantes, para que eliminen la pobreza en nuestra sociedad». Estas pregarias me ponen de los nervios pues es eludir responsabilidades. Si hay pobreza, es culpa de los gobernantes o de los banqueros o de los políticos. De cualquiera menos yo. Yo no tengo culpa de nada.

Me parece mucho más sano y mucho más católico este triduo de carnaval que os dejo a continuación.

Triduo de carnaval

Señor mío, Jesucristo, que os ofendéis con la culpa y os aplacáis con la penitencia: oíd benigno las súplicas con que imploramos vuestro perdón y misericordia. No nos castiguéis por nuestros innumerables pecados, sino perdonadnos por vuestra infinita misericordia. Os rogamos, Señor, por los que no os ruegan; os bendecimos por los que os maldicen; os adoramos por los que os ultrajan, y por nosotros os pedimos perdón y misericordia.

Por nuestros pecados, por los de nuestros padres y hermanos, por los de nuestros amigos y enemigos, por los del mundo entero.
Misericordia, Señor, misericordia.
Por nuestra soberbia, por nuestros odios y rencores, por nuestros desprecios de los pobres, por nuestros abusos de los débiles:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las deshonestidades, por las conversaciones impuras, por las infidelidades de los esposos, por el libertinaje de los jóvenes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por los escándalos de los teatros, por la licencia de los salones, por la obscenidad en los cantares, por el desenfreno de las diversiones:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la provocación de las pinturas, por la desvergüenza de las revistas obscenas, por el descaro en las acciones, por la indecencia en los vestidos:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la mala educación de los padres, por la indocilidad de los hijos, por la insubordinación de los súbditos, por los abusos de los gobernantes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la cobardía y debilidad de los tibios, por las hipocresías y respetos humanos, por el atrevimiento y procacidad de los impíos, por la apostasía de los gobiernos y naciones:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la libertad de cultos, por las insolencias de la prensa, por la libertad de conciencia y por todas las libertades contrarias a vuestras leyes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las blasfemias en las calles, por las blasfemias en los periódicos, por las blasfemias en las cátedras, por las blasfemias en los libros:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la profanación de los días festivos, por la irreverencia en los templos, por el robo de las iglesias y sagrarios, por los insultos a las sagradas imágenes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las maquinaciones de la masonería, por los crímenes del anarquismo, por el desenfreno del socialismo, por las maldades de las sociedades anticristianas:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por el despojo del Papa, por la persecución a los Obispos, por la opresión de las Órdenes religiosas, por los insultos al sacerdocio:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por el desprecio de Jesucristo, por la negación de su divinidad, por el menosprecio de sus sacramentos, por la persecución a su Iglesia:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por los malos sacerdotes, por los malos jueces, por los malos soldados, por los malos gobernantes:
Misericordia, Señor, misericordia.

V: No os acordéis, Señor, de nuestros delitos.
R: Ni toméis venganza de nuestros pecados.

Oración: ¡Oh Dios, de quién es propio compadecerse siempre y perdonar! Escuchad nuestra oración, para que vuestra piadosa misericordia nos absuelva completamente a nosotros y a todos cuantos están encadenados al pecado. Lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(Esto último en latín:)

V: Ne reminiscaris, Dómine, delicta nostra
R: Neque vindictam sumas de peccatis nostris.

Oremus: Deus, cui proprium et misereri semper et parcere: suscipe deprecationem nostram ut nos et omnes famulos tuos quos delictorum catena constringit, miseratio tuae pietatis clementer absolvat. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

viernes, 17 de febrero de 2017

Quien más baja, sube más

La de hoy no es realmente una oración, sino unos versos para peregrinos de la Virgen de la Soterraña.

Esta virgen está en una cripta en Ávila, bajo los ábsides de la basílica de S. Vicente. Había (no sé si aún está) un pergamino junto a la escalera que baja a la cripta que los peregrinos habían de leer. La idea principal es la misma que la que se lee en Lc 14, 11: Aquel que se humille será enaltecido. Y es cierto, la humildad es el camino al cielo. Yo, que no soy nada humilde, me beneficio recordando los versos de la Virgen de Soterraña:


Si a la Soterraña vas,
Ve, que la Virgen te espera;
que, por esta escalera,
quien más baja sube más.
Pon del silencio el compás
a lo que vayas pensando.
Baja y subirás volando
al cielo de tu consuelo;
que para subir al cielo
siempre se sube bajando.

martes, 14 de febrero de 2017

Padre nuestro

No podía faltar el Padre Nuestro en un blog de oraciones. De puro repetido posiblemente casi nunca lo recemos con devoción. Somos muy capaces de recitarlo mientras pensamos completamente en otra cosa. Al menos yo lo soy. Pero es la oración, la única oración, que Jesús nos enseñó. Vamos, que podemos no rezar nada más el resto de nuestros días y, si lo hacemos centrados, con devoción, habremos rezado bien.

Es difícil rezarlo sin distraerte. Un truco es concentrarse un momento antes de empezar, decirte que lo vas a rezar sin distraerte. Otro es no simplemente decir las palabras, sino esperando que el Padre te oiga, sino hablar con Él, decírselas a Él. Es más difícil de lo que parece, quizá porque realmente tengo un poco de miedo de conversar directamente con Dios Padre. Otro truco es fijarse en algún fragmento concreto y centrarse en él. Un fragmento diferente cada día.

Hace años me di cuenta de una cosa: en el Padre Nuestro alabamos a Dios ("Santificado sea tu nombre"), le pedimos muchas cosas ("Venga a nosotros tu reino", "Danos nuestro pan de cada día", etc.) pero nosotros sólo nos comprometemos a una cosa: a perdonar. Yo lo interpreto que perdonar siempre, a todos, por todo es lo más importante que podemos hacer.

A lo largo de mi vida he tenido que aprender el Padre Nuestro en español, inglés, vasco, mallorquín y español (v 2.0). La verdad es que con el español me lío y creo que acabo rezando una mezcla del que aprendí en mi niñez con la versión actual. Hace unos pocos años, tras una visita a Lourdes, llegué a la conclusión que lo que deberíamos todos es aprenderlo en latín, y así poder rezarlo todos juntos, estemos donde estemos. Y añadí el quinto idioma a mi colección de Padre Nuestros. El latín es muy bonito. Me encanta la parte de "dimitte nobis débita nostra". Además la versión en latín nunca la cambiarán. Os lo escribo en español (que ya sé que todos sabéis) y en latín.

Padre Nuestro

Padre Nuestro, que estás en el cielos
Santificado sea tu nombre
Venga a nosotros tu reino
Hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo
Danos hoy nuestro pan de cada día
Y perdónanos nuestras ofensas
Así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
Y líbranos del mal.

Pater Noster

Pater noster qui est in caelis
Santificetur nomen tuum
Adveniat regnum tuum
Fiat voluntas tua sicut in Caelo et in Terra
Panem nostrum quotidianum da nobis hodie
Et dimitte nobis débita nostra
Sicut et nos dimítimus debitóribus nostris
Et ne nos induca in tentationem
Sed libéranos a malo

sábado, 11 de febrero de 2017

Acto de contrición

La oración de hoy, el "Señor mío Jesucristo", es una de esas que nos enseñaban de pequeños hace 50 años (sí, soy así de viejo). Nunca la aprendí entera, por lo que imagino que no me gustaba gran cosa. La volví a aprender hace dos años o así y ha contribuido a la conversión que he disfrutado recientemente.

Todo empezó en Lourdes (y hoy es el día de Ntra. Sra. de Lourdes). Convencí a la familia de ir a pasar unos días en verano. Quería ir a un sitio que pudiera reavivar mi fe. Y allí empecé a entender la importancia del rezo del rosario. En la página web a la que fui para aprender otra vez a rezar el rosario aconsejaban empezar con el acto de contrición. Tras rezar diariamente que me proponía firmemente confesarme, no tuve más remedio que empezar a confesarme. Yo, que no me confesaba nunca. Y descubrí la importancia de la confesión frecuente, como explico en mi otro blog, Acogiéndome a Sagrado.

Hay dos cosas que me llaman la atención de esta oración. Una es el inicio, donde llama a Jesucristo "Creador, Padre y Redentor mío". Parece una confusión de las dos primeras personas de la Santísima Trinidad.

La segunda es el recuerdo de que ofender a Dios te puede llevar al infierno. Algo que no está nada de moda, pero que considero parte esencial de las creencias del catolicismo (y aprovecho para poner otra cuña a mi otro blog).

Es una oración corta y simple, pero potente. O al menos a mí me ha hecho cambiar.


Acto de contrición

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío.
Por ser Vos quien sois, bondad infinita,
Y porque os amo sobre todas las cosas
Me duele de todo corazón haberos ofendido.
También me duele porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Por eso, ayudado de vuestra Divina Gracia,
Me propongo firmemente nunca más pecar, confesarme
Y cumplir la penitencia que me sea impuesta.
Amén.

miércoles, 8 de febrero de 2017

Oración para antes de estudiar

Yo, como supongo que casi todos, había oído hablar de Sto. Tomás de Aquino. Gran teólogo, doctor de la Iglesia, había escrito la Summa Teológica, etc. No sé por qué, me caía bastante mal. Hace unos pocos años descubrí que el famoso Tantum Ergo era suyo. En el blog de William Briggs hay una sección semanal de su Summa contra los gentiles. Tras leer un par de capítulos allí, decidí comprármelo y ahora lo leo muchas mañanas cuando tengo un rato. No lo entiendo mucho, pero sí que aprecio la finura y la precisión de su pensamiento. Después encontré algunas oraciones suyas en el devocionario de mi abuelo. Y quedé encantado con ellas.

La de hoy es una oración para antes de estudiar. Fijaos en el segundo párrafo, cómo considera que la ignorancia es una tiniebla a la altura del pecado. Es el entendimiento lo que nos hace hombres y cercanos a Dios y si no buscamos agrandar nuestro intelecto (que no es lo mismo que volvernos intelectuales) no nos acercamos a Dios.

Y en el cuarto párrafo disecciona maravillosamente el proceso de estudiar y pide a Dios lo necesario para avanzar en cada necesidad del estudio.

He visto varias traducciones algo diferentes del original latín. La que escribo aquí es la del devocionario (que es la que más me gusta), con algún retoque. También os añado el original en latín. Cuando no me ahogan las prisas, lo rezo antes de ponerme a hacer algo que requiera pensar.

Oración para antes de estudiar

Sto. Tomás de Aquino

¡Oh, inefable Creador nuestro, que con los tesoros de tu sabiduría formaste tres jerarquías de ángeles y las colocaste con orden admirable en el empíreo cielo y distribuiste las partes de todo el universo con suma elegancia!

Tú, Señor, que eres la verdadera fuente de luz y de sabiduría y el soberano principio de todo, dígnate infundir sobre las tinieblas de mi entendimiento el rayo de tu claridad, eliminando de mí las dos clases de tinieblas en que he nacido: el pecado y la ignorancia.

Tú, que haces elocuentes las lenguas de los infantes, instruye mi lengua y difunde en mis labios la gracia de tu bendición.

Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y abundancia para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar.

¡Oh, Señor, que vives y reinas, verdadero Dios y hombre, por los siglos de los siglos. Amén.


Original en latín:

Creator ineffábilis, qui, de thesáuris sapiéntiae tuae, tres Angelórum hierarchias designasti, et eas super caelum empyreum miro órdine collocasti, atque univèrsi partes elegantissime disposuisti:

Tu, inquam, qui verus fons lúminis et sapiéntiae diceris atque superéminens principium, infundere dignéris super intelléctus mei ténebras tuae radium claritátis, dúplices, in quibus natus sum, a me rémovens ténebras: peccátum scilicet et ignorántiam.

Tu, qui linguas infàntium facis disértas, linguam meam erùdias, atque in làbiis meis gràtiam tuae benedictiónis infùndas.

Da mihi intellegéndi acumen, retinéndi capacitàtem, addiscéndi modum et facilitàtem, interpretàndi subtilitàtem, loquéndi gràtiam copiósam. Ingréssum instruas, progréssum dirigas, egréssum cómpleas:

Tu, qui es verus Deus et homo, qui vivis et regnas in saècula saeculórum.  Amen.

domingo, 5 de febrero de 2017

A Cristo crucificado

No habrá "modernidades" en las oraciones que vaya colgando aquí. La oración que se ha rezado durante siglos es seguro ayuda a acercarte a Dios. Las modernas tienen aún que demostrar su valía. Esto implica que muchas de las oraciones que escribo aquí serán conocidas por los cristianos viejos. Pero siempre habrá alguna que por lo que sea no nos ha llegado.

En mi caso está este soneto A Cristo crucificado. Se publicó por primera vez en 1638, pero no se sabe quién lo escribió. Se ha atribuido entre otros a S. Francisco Javier, a Sta. Teresa de Jesús y a S. Juan de la Cruz. A mime parece más de S. Juan de la Cruz que de los otros, pero no lo tengo claro. Qué más da. Su autor fue inspirado por Dios al escribirlo.

Yo lo encontré en el devocionario de mi abuelo, El caballero cristiano. Desde la primera vez que lo leí me quedé con el alma llena de amor a Dios. Me lo aprendí de memoria y ahora lo recito muy a menudo.


A Cristo Crucificado
Anónimo

No me mueve, mi Dios, para quererte,
El cielo que me tienes prometido.
Ni me mueve el infierno, tan temido,
Para dejar por eso de ofenderte.

Tu me mueves, Señor. Muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido,
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
Muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera
Pues, aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.

jueves, 2 de febrero de 2017

Nunc dimittis

Hay muchas oraciones que me mueven el alma. Algunas son "de toda la vida", otras las he encontrado por casualidad. He creado este blog para ir coleccionando las que más me han tocado.
Si sé algo de la oración, lo comentaré.

Algunas serán en latín: el latín tiene un algo que hace que la oración me conmueva de una forma diferente.

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Siendo hoy la fiesta de la Visitación del Señor, la oración de esta noche no puede ser otra que el Nunc Dimittis, o Cántico de Simeón. Esta oración proviene del Evangelio de Lucas (Lc 2, 29:32). La pronuncia Simeón, un hombre justo y piadoso, que había recibido una visión en la que se le dice que no morirá sin haber visto al Mesías. El día que la Virgen y San José llevan a Jesús a Jerusalén a presentarlo en el templo, él acude y al verlo pronuncia su oración:

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

En latín es:

Nunc dimittis servum tuum, Dómine,
secúndum verbum tuum in pace;
quia vidérunt óculi mei salutare tuum,
quod parasti ante fáciem omnium populorum:
lumen ad revelatiónem géntium
et gloria plebis tuae Israel


Esta oración es el cántico evangélico del rezo de completas, la oración de la liturgia de las horas que se reza antes de ir a dormir. No rezo completas muy a menudo, pero sí que suelo recitarme el Nunc dimittis antes de acostarme. Es como un "buenas noches" que te da paz.