miércoles, 23 de agosto de 2017

Oración de Job

En cierto modo somos unos desagradecidos: si las cosas van bien nos parece lo “normal” y si van mal nos quejamos. ¿Por qué es “normal” poder comer abundantemente todos los días?¿Por qué es “normal” estar rodeado de familia y amigos?¿Por qué es “normal” gozar de buena salud y tener médicos cerca si tienes algún mal?¿Por qué es “normal” tener Internet?

En la Liturgia de las horas hay una lectura breve que procede del libro de Job, que, para mí, recoge muy bien la actitud que deberíamos tener y no tenemos. A menudo la providencia divina nos da bienes y otras, nos da sufrimientos. Y todo es bueno para nosotros y merece que demos gracias a Dios por ello.

Esta pequeña oración es fácil de saber de memoria y me gusta recitarla cuando las cosas me van bien –para recordarme que eso no es lo “normal”– y también cuando van mal –para recordarme que este mal también es un don de Dios y me lo da para que salga algo bueno de ello–.

Ahí os lo dejo.

Cántico de Job
Job 1, 21; 2, 10b

Desnudo salí del vientre de mi madre,
desnudo volveré a él;
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó:
bendito sea el nombre del Señor.
Si aceptamos de Dios los bienes,
¿no vamos a aceptar los males?

miércoles, 2 de agosto de 2017

Comunión espiritual

Hoy es S. Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia. El era muy devoto de la adoración del Santísimo. Escribió un librito, que tengo –vía mi abuelo– en edición de 1926, con oraciones para 31 visitas que concluyen con una Comunión espiritual. Empieza el libro explicando qué es la Comunión espiritual: es un deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado, y en darle interiormente un amoroso abrazo, como si de verdad lo hubiéramos recibido. Se recibe una gracia similar a la de la Comunión sacramental. En el concilio de Trento se alabó su uso y se exhortó a los fieles a que lo practicaran. Acaba su explicación S. Alfonso María diciendo:
Así pues, las personas que deseen ir creciendo en el amor de Jesucristo hagan una Comunión espiritual en cada visita y otra en cada misa, aunque serían mejor que fuesen tres, una al principio, otra al medio y otra al fin, por ser su utilidad mucho mayor de lo que algunos juzgan, al mismo tiempo que es muy fácil, pues como decía la beata Juana de la Cruz, el comulgar espiritualmente se puede hacer sin que nadie lo advierta, sin estar en ayunas y sin licencia del confesor, porque a cualquier hora y con un solo acto de amor está hecha.
Poco puedo añadir. Da dos versiones, la “normal” y la breve. Es una lástima que sea una devoción que se haya perdido.

Comunión espiritual
Creo, Jesús mío, que estáis en el Santísimo Sacramento; os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros. Pero no pudiendo ahora sacramentalmente, venid, a lo menos, espiritualmente a mi corazón y, como si ya os tuviera conmigo, os abrazo y me uno con Vos. No os apartéis de mí.
Versión breve
Creo, Jesús mío, que estás en ese adorable Sacramento. Os amo y deseo recibir. Venid, os abrazo; no os apartéis de mí.