Mostrando entradas con la etiqueta cruz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta cruz. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de septiembre de 2021

¡Oh, Cruz fiel!

 Hoy, 14 de septiembre, es la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, donde conmemoramos el hallazgo de la Santa Cruz en el año 320 por Sta. Elena, la madre del emperador Constantino. En los laudes se canta el himno ¡Oh, Cruz fiel! (Crux fidelis), que también se canta el Viernes Santo. No he encontrado información de este himno, aunque debe ser bastante antiguo, pues hay versiones en gregoriano. Espero que lo disfrutéis.

Oh, Cruz fiel

¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol en donde la vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza,
por tierra, mar y cielo, y los redime.

Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga en tus ramos como un fruto.

Tú, solo entre los arboles, crecido
para tender a Cristo en su regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del ungido.

Al Dios de los designios de la historia,
que es el Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación honor y gloria. Amén




miércoles, 11 de marzo de 2020

Vía crucis cantado

Estamos en cuaresma, un buen momento para rezar el Via Crucis, sobre todo los viernes. A menudo se introducen cantos para pasar de una estación a otra, por ejemplo el Stabat Mater. Pero también existen versiones cantadas de las estaciones.

Una versión cantada muy bonita es una catalana, Per vostra Passió Sagrada, con texto de Lluís Mª de Valls con música de Lluís Millet. Es muy popular en Cataluña y también en Mallorca. La letra se ha traducido al castellano. Abajo tenéis las versiones en ambos idiomas. También he añadido un video con el canto en catalán, para que la podáis escuchar y aprender.

Este canto permite cantar todo el vía crucis o, si se quiere,  añadir un Padre Nuestro y un Ave María tras la estrofa de cada estación.

Espero que esto os ayude a rezar el Vía crucis en este tiempo cuaresmal. Recordad que rezar el Vía crucis trae aparejada indulgencia plenaria.

Por vuestra Pasión Sagrada
Texto: Lluís Mª de Valls;  música: Lluís Millet

Por vuestra Pasión Sagrada
¡Oh adorable Redentor!
Salvad el alma penada
de este pobre pecador.

(I) Jesús víctima escogida
es condenado a morir;
para darme eterna vida
quiere tal suerte sufrir.

Por vuestra…

(II) Con el leño tan pesado
va Jesús con tierno amor
en sus hombros colocado
es por mí, vil pecador.

(III) Mi Jesús por vez primera
rendido en tierra cayó;
haré su cruz más ligera
si a sus pies me postro yo.

(IV) En la calle de amargura
a su Madre Jesús ve,
de semejante tortura
mi maldad la causa fue.

(V) Obligado el Cireneo
presta ayuda al Redentor.
Yo llevar mi cruz deseo,
resignado y por amor.

(VI) Verónica compasiva,
limpia la divina Faz,
del polvo, sangre y saliva
de mi soberbia procaz.

(VII) Jesús, de fatiga tanta,
cae por segunda vez;
cayó cuando su ley santa
quebranté con altivez.

(VIII) Jesús a llorar convida
a las hijas de Judá.
Si lloro mi mala vida
Jesús me consolará.

(IX) Jesús ríndese extenuado
ante inmensa multitud;
¡Ay! qué cara le ha costado
mi obstinada ingratitud.

(X) Arrancan las vestiduras
a Jesús con gran crueldad.
Así expía mis locuras,
mi impureza y vanidad.

(XI) Con terribles martillazos
en la cruz clavado fue.
Yo descoyunté sus brazos,
sus manos y pies clavé.

(XII) Después de larga agonía
el buen Jesús expiró;
y al verle ¿no lloraría
sus culpas quien lo ofendió?

(XIII) El cadáver santo adora
María con gran piedad.
El perdón ¡oh Madre!, implora
este monstruo de maldad.

(XIV) En el sepulcro reposa
el cuerpo del Salvador.
Encerrado con su losa
quisiera morir de amor.



Per vostra Passió sagrada,
adorable Redemptor,
perdoneu altra vegada
a aquest pobre pecador.

(I) Jesús, víctima escollida,
és condemnat a la mort;
per donar-me eterna vida
Ell sofreix tan trista sort.

(II) Jesucrist la Creu pesada
porta al coll per amor meu;
jo mateix li he carregada
en pecar contra mon Déu!

(III) Jesús per volta primera
cau de cansament rendit;
sa Creu tornaré lleugera
si a sos peus caic penedit.

(IV) Al carrer de l'Amargura
Mare i Fill s'han contemplat;
mira bé, vil criatura,
quin martiri els has causat!

(V) A Jesús li dóna ajuda
de mal grat el Cireneu;
per mes culpes merescuda,
no voldré portar ma creu?

(VI) Verònica, compassiva,
eixuga aquell front sagrat
de la sang, pols i saliva
amb què jo l'he profanat.

(VII) Com la Creu és tan pesada,
defallit cau novament;
cau Jesús cada vegada
que jo trenco un manament.

(VIII) Jesús a plorar convida
a les filles de Judà;
si ploro ma mala vida,
Jesús m'aconsolarà.

(IX) Jesús, tercera vegada
sense forces ha caigut.
Ai!, que cara l'ha pagada
ma obstinada ingratitud.

(X) Arrenquen les vestidures
a l'Anyell immaculat;
oh faltes meves impures:
vosaltres l'heu despullat.

(XI) Amb furientes martellades
és Jesús clavat en Creu;
jo sóc qui les hi ha donades
amb mes ofenses a Déu!

(XII) Després de llarga agonia,
el Bon Jesús ha expirat;
davant seu, ¿no ploraria
el gran crim d'haver pecat?

(XIII) Rep Maria amb amargura
el Cos del son Fill diví;
amb ma vida tan impura
jo he sigut el seu botxí.

(XIV) Dins el sepulcre reposa
el Cos del meu Redemptor;
agraït, damunt la llosa
voldria morir d'amor.

martes, 16 de abril de 2019

Hora Santa

El Jueves Santo por la noche se realiza la Hora Santa, en la que se rememora la Agonía en el Huerto de los Olivos.  Esta es el guión de la Hora Santa que vamos a celebrar en la parroquia de la Virgen del Carmen en la barriada del Coll d'en Rebassa, Palma de Mallorca.

Hora Santa
Jueves Santo, 2019

Introducción

En esta Hora Santa rememoramos, revivimos, la agonia de Nuestro Señor Jesucristo en el huerto de Getsemaní.  Entonces Jesús pidió a sus discípulos que lo acompañaran y que velaran con Él.  Hoy nos pide a nosotros lo mismo: que estemos con Él en esta hora de dolor, velando una hora.  Simplemente estando aquí ya cumplimos esta importante misión.

Pero podemos aprovechar esta hora para contemplar la agonía de Nuestro Señor, para entender mejor lo que sufrió y por qué lo sufrió; para entender mejor lo que significó su juicio, pasión y muerte.  Esta hora de contemplación y reflexión nos ayudará a vivir mejor esta Pascua, a vivir mejor nuestra vida y a avanzar en el camino de la salvación de nuestras almas.

La estructura de esta Hora Santa está resumida en las hojas que hemos entregado.  Leeremos cuatro fragmentos de las Escrituras y de otros textos.  Cada una será seguida de un breve salmo o canto, un rato de silencio y una breve oración.  El rato de silencio lo podemos aprovechar para contemplar al Señor, reflexionar sobre lo leído o hacer cualquier tipo de oración que queramos.  El tiempo de silencio será aproximadamente el del rezo de un misterio del rosario.

Tras las cuatro lecturas con sus cantos y silencio habrá unas preces y una oración final.

Primera lectura: Mc 14, 32--41
Tras la cena llegan a un lugar llamado Getsemaní.  Y les dice a sus discípulos: sentaos aquí, mientras hago oración.  Y se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan y comenzó a afligirse y a sentir angustia.  Y les dice: «Mi alma está triste hasta la muerte.  Quedaos aquí y velad».  Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, a ser posible, se alejase de él aquella hora.  Decía: «¡Abbá, Padre!  Todo te es posible, aparta de mí este cáliz; pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».  Vuelve y los encuentra dormidos y le dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?  ¿No has sido capaz de velar una hora?  Velad y orad para no caer en tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es débil».  De nuevo se apartó y oró diciendo las mismas palabras.  Al volver los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle.  Vuelve por tercera vez y les dice: «¿Aún podéis dormir y descansar…?  Se acabó; llegó la hora.  Mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.  Levantaos, vamos; ya llega el que me va a entregar».
Salmo 130.
Respondemos Mi alma aguarda al Señor, como el centinela a la aurora. 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela  a la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

(Unos minutos de silencio)

Oremos: Oh Dios, que amas sin límite y devuelves la inocencia, atrae hacia ti los corazones de tus siervos para que, a pesar de nuestra debilidad, llenos del fervor de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y eficaces en las obras.  Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo.

Segunda lectura: Jn 3, 11--2
Nuestro Señor dijo a Nicodemo: «En verdad, en verdad te digo que hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio.  Si os he hablado de cosas terrenas y no creéis, ¿cómo ibais a creer si os hablara de cosas celestiales?  Pues nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre.  Igual que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga vida eterna en él.  Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.  Pues Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.  El que cree en él no es juzgado; pero quien no cree ya está juzgado, porque no cree en el nombre del Hijo Unigénito de Dios.  Éste es el juicio: que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.  Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no le acusen.  Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios».
Canto: Cristo, recuérdame

Cristo, recuérdame
cuando llegues a tu reino.

(Unos minutos de silencio)

Oremos: Te pedimos, Señor Dios nuestro, que, con tu ayuda, avancemos animosamente hacia aquel mismo amor que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo.  Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo.

Tercera lectura: de Vida de Cristo, del Venerable  Fulton Sheen, cap. 41
Es bastante probable que la Agonía en el Jardín le costara a Nuestro Señor Jesucristo mucho más sufrimiento que incluso el dolor físico de la Crucifixión y quizá empujara a su alma a regiones de mayor oscuridad que cualquier otro momento de la Pasión, tal vez con la excepción de aquel en la Cruz en la que gritó «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Este fue el momento en el que Nuestro Señor, en obediencia a la voluntad del Padre, tomó sobre sí las iniquidades del mundo entero y cargó con los pecados.  Sintió la agonía y la tortura de aquellos que niegan su culpa, o que pecan con impunidad y no hacen penitencia alguna.  Era el preludio de la espantosa deserción que tuvo que resistir y en el que Él pagó a la justicia de su Padre la deuda que habíamos contraído nosotros: el ser tratado como pecador.  Fue aniquilado como un pecador, Él que no tenía pecado.  Esto es lo que provocó su agonía, la mayor que haya visto el mundo.
Del cuarto canto del siervo (Is. 53: 4--7, 11--12)
Respondemos Él cargó con nuestros pecados.

Mi siervo soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado
pero Él fue traspasado por nuestras rebeliones
triturado por nuestros crímenes.

Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino
y el Señor cargó sobre Él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca:
como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador
enmudecía y no abría la boca.

Mi siervo, justificará a muchos porque cargó con los crímenes de ellos.
Le daré una multitud como parte y tendrá como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores
Él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.

(Unos minutos de silencio)

Oremos: Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu amor infinito, que te llevó a tu agonía y tu muerte, nos libren de las ataduras del pecado, que hemos cometido a causa de nuestra debilidad.

Cuarta lectura: Jn 18, 1--12
Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto en el que entraron él y sus discípulos.  Judas, el que le iba a entregar, conocía el lugar, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos.  Entonces Judas se llevó con él a la cohorte y a los servidores de los príncipes de los sacerdotes y de los fariseos, y llegaron allí con linternas, antorchas y armas.  Jesús, que sabía todo lo que le iba a ocurrir, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?» Respondieron «A Jesús el Nazareno».  Jesús les contestó: «Yo soy».  Judas, el que le iba a entregar, estaba con ellos.  Cuando les dijo: «Yo soy», se echaron hacia atrás y cayeron en tierra.  Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?» Respondieron «A Jesús el Nazareno».  Jesús contestó: «Os he dicho que yo soy; si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos».  Así se cumplió la palabra que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».  Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó, hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.  El criado se llamaba Malco.  Jesús le dijo a Pedro: «Envaina tu espada.  ¿Acaso no voy a beber el cáliz que el Padre me ha dado?» Entonces la cohorte, el tribuno y los servidores de los judíos prendieron a Jesús y le ataron.
Canto: In manus tuas, Pater.

In manus tuas, Pater,
comendo spíritum meum

(Unos minutos de silencio)

Oremos: Oh, Dios, que para librarnos del peso de nuestros pecados, quisiste que tu Hijo soportase por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos acompañarle con fervor en el camino de su Pasión para alcanzar así la gracia de la resurrección.  Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo.

Preces

Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los hombres quiso morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y supliquémosle diciendo  Señor, ten piedad de nosotros.

– Redentor nuestro, concédenos que, por la penitencia, nos unamos más plenamente a tu pasión, para que consigamos la gloria de la resurrección. Oremos.

– Señor y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte, enséñanos a someternos siempre a la voluntad del Padre. Oremos.

– Tú, que siendo nuestra vida, quisiste morir en la cruz para destruir la muerte y todo su poder, haz que contigo sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a una vida nueva. Oremos.

– Rey nuestro, que como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y la vergüenza de la gente, haz que tu Iglesia no se acobarde ante la humillación, sino que, como tú, proclame en toda circunstancia el 
honor del Padre. Oremos.

– Salvador de todos los hombres, que diste tu vida por los hermanos, enséñanos a amarnos mutuamente con un amor semejante al tuyo. Oremos.

– Tú, que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres, reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo. Oremos.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que hiciste que nuestro Salvador se encarnase y soportara la cruz para que imitemos su ejemplo de humildad, concédenos, propicio, aprender las enseñanzas de la Pasión y participar de la resurrección gloriosa.  Te lo pedimos por Nuestro Señor Jesucristo.


–––––––––––––

Los cantos:

Cristo, recuérdame.


In manus tuas, Pater


viernes, 30 de marzo de 2018

Vía Crucis

Hoy es Viernes Santo y uno de sus devociones tradicionales es rezar el Vía Crucis. Además de rezarse en muchas parroquias, está el de Roma, presidido por el Papa y retransmitido a todo el mundo.

El Vía Crucis es muy antiguo. Los peregrinos a Tierra Santa  ya en el s. IV recorrían el camino al Calvario que había seguido Jesucristo en Jerusalén, deteniéndose y meditando en lugares especiales. Ante la dificultad de poder desplazarse a Tierra Santa, en los s. XV y XVI empezaron a erigirse cruces y estaciones en varios lugares de Europa. En los s. XVII y XVIII  varios Papas alentaron esta devoción y le otorgaron indulgencias bajo ciertas condiciones. Hoy pocas son las iglesias que no tengan las 14 estaciones marcadas y hay muchos en caminos a santuarios. Es una de las grandes formas de hacer oración.

En cierto modo, el Vía Crucis no es una oración en sí, sino un tema dividido en 14 meditaciones. Una manera simple de hacerla en casa es rezando una oración inicial, rememorando las 14 estaciones meditando brevemente en cada una y rezando una oración final. En el otro extremo, puede ser un tema de meditación para un retiro entero.

Pero la estructura habitual es la que se sigue en el Vía Crucis de Roma y es la que muestro aquí. Se empieza por una oración inicial. Después hay el paso por las 14 estaciones. En cada una se enuncia la estación, se hace una jaculatoria (la que incluyo aquí o cualquier otra), una breve meditación y un Padre nuestro. Y se acaba con una oración final, que puede ser la que muestro aquí o cualquier otra que sea adecuada, como el Alma de Cristo o A Cristo Crucificado. Mientras se camina de una estación a la siguiente se puede cantar algún canto. Por ejemplo, una estrofa del Stabat mater.

Tanto rezado individualmente, como si se hace solemnemente en grupo, es una oración profunda, conmovedora y que te cambia. Participa cada Viernes Santo en un Vía Crucis, aunque sea mirando el de Roma por la televisión.


Vía crucis

Oración inicial

Señor mío Jesucristo, que a todos los que queremos seguirte nos invitas a tomar cada uno la cruz que tu providencia nos destina en esta vida y a llevarla con buen ánimo y abnegación detrás de ti; oh Buen Maestro, que para darnos ejemplo tomaste tú la más pesada de todas las cruces y caminando delante de todos nos incitaste a seguirte con nuestras cruces: danos tu luz y tu gracia al meditar en este Vía Crucis tus pasos, para saber y querer seguirte. Y vos, oh Madre de los Dolores, inspiradnos los sentimientos de amor con que acompañasteis en este camino de amargura a vuestro divino Hijo.


1ª estación: Jesús es condenado a muerte.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que quisiste ser condenado a muerte por mis pecados, para que yo fuese perdonado de ellos: te suplico que me perdones en vida de mis culpas y en el día del juicio me absuelvas de las penas eternas.

Padrenuestro.

2ª estación: Jesús toma la cruz.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que con tanto ánimo tomaste en tus hombros la cruz de mis pecados: te suplico me concedas resignación y ánimo para llevar la merecida cruz de mis trabajos por tu amor.

Padrenuestro.

3ª estación: Jesús cae por primera vez.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh, Señor mío Jesucristo: cuando yo caiga desfallecido y sin ánimo para cumplir mi deber, te suplico me levantes y reanimes con tu gracia para seguir con mi cruz, cumpliendo hasta morir tu santa voluntad.

Padrenuestro.

4ª estación: Jesús encuentra a  su Santísima Madre.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: no sólo a ti, sino también a tu Madre fui causa de dolor. En la calle de amargura de mi vida envíame el consuelo de encontrar a tu Madre; que con su presencia tendré más ánimo. Y vos, oh Virgen Dolorosa, Madre mía, perdonadme y no os apartéis jamás de mi.

Padrenuestro.

5ª estación: Jesús es ayudado del cireneo.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: te suplico me des la gracia de que yo sea tu cireneo, cooperando a la salvación de los hombres; que yo sea el cireneo de los afligidos, pobres y necesitados, aliviando sus penas, y que tú seas nuestro cireneo, para que perseveremos hasta el fin.

Padrenuestro.

6ª estación: Jesús encuentra a la Verónica.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo,: te suplico que grabes en mi corazón aquella imagen que dejaste a la Verónica en el lienzo con que enjugó tu rostro, para que, teniendo presente lo que tú sufriste por mí, me anime a sufrir cualquier cosa por ti.

Padrenuestro.

7ª estación: Jesús cae por segunda vez.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: te suplico que , aun cuando yo caiga segunda vez y muchas veces en mi camino, no me dejes, no me abandones caído. ten paciencia conmigo; levántame, anímame, ayúdame, para que siga adelante con tu cruz a tu lado.

Padrenuestro.

8ª estación: Jesús habla a las Hijas de Jerusalén.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que a pesar de ser árbol florido y fructuoso, tan duramente fuiste castigado por mis culpas: dame tu santo amor, temor y humilde resignación, para que, pues soy tronco árido y leño seco, sufra lo que tu providencia me envía, que es mucho menos de lo que yo merezco, y sin comparación, mucho menos de lo que padeciste tú por mi.

Padrenuestro.

9ª estación: Jesús cae por tercera vez.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: yo te suplico que, si es posible, me libres de las grandes tribulaciones y cruces, como la que te hizo caer tres veces, más si tu voluntad me las da y mis pecados las exigen, auxíliame con tu gracia y levántame en mis desmayos con tu amor.

Padrenuestro.

10ª estación: Jesús es desnudado de sus vestidos.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: suplícote  me concedas gran conformidad con la pobreza y profundo desprecio de los bienes de esta vida, de modo que, así como tú dejaste tus vestidos por mí, así yo me despoje al menos de lo superfluo y lujoso por ti y por tus pobres.

Padrenuestro.

11ª estación: Jesús es crucificado.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: aunque estás en la cruz humillado, ajusticiado, deshecho, eres mi Dios, mi Rey y mi Redentor. Como a mi Dios te adoro, con viva fe; como a mi Rey te saludo y ofrezco cuando tengo y poseo; como a mi Redentor te amo con toda mi alma y te consagro todo mi corazón.

Padrenuestro.

12ª estación: Jesús muere en la cruz.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que en la cruz mueres por mí: más me amaste a mí que a ti, pues quisiste morir por mí. Concédeme vivir y morir por ti, como tú viviste y moriste por mí. Dame una buena muerte: morir en tu gracia; morir en tu amor; morir en tu voluntad; morir en tu cruz contigo.

Padrenuestro.

13ª estación: Jesús es bajado de la cruz.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, muerto y deshecho por mí: yo venero tu santísimo y divinísimo cuerpo reclinado en los brazos de tu Madre y te suplico me concedas un vivo dolor de tanto como a ti y a tu Madre os hice padecer con mis pecados y gracia para enmendarme de todos ellos.

Padrenuestro.

14ª estación: Jesús es sepultado.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: te suplico me concedas la gracia de morir de tal manera, que por haber participado de tu pasión pueda al expirar participar de tu gloria y, en el día del juicio, de tu resurrección. Que tu cruz gobierne mi vida y que tu cruz cobije mi muerte en el sepulcro.

Oración final: Dígnate, Señor, mirar por esta tu familia, por la cual Nuestro Señor Jesucristo no vaciló en ser entregado en manos de los malvados y sufrir el suplicio de la cruz. Por Nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén