viernes, 30 de marzo de 2018

Vía Crucis

Hoy es Viernes Santo y uno de sus devociones tradicionales es rezar el Vía Crucis. Además de rezarse en muchas parroquias, está el de Roma, presidido por el Papa y retransmitido a todo el mundo.

El Vía Crucis es muy antiguo. Los peregrinos a Tierra Santa  ya en el s. IV recorrían el camino al Calvario que había seguido Jesucristo en Jerusalén, deteniéndose y meditando en lugares especiales. Ante la dificultad de poder desplazarse a Tierra Santa, en los s. XV y XVI empezaron a erigirse cruces y estaciones en varios lugares de Europa. En los s. XVII y XVIII  varios Papas alentaron esta devoción y le otorgaron indulgencias bajo ciertas condiciones. Hoy pocas son las iglesias que no tengan las 14 estaciones marcadas y hay muchos en caminos a santuarios. Es una de las grandes formas de hacer oración.

En cierto modo, el Vía Crucis no es una oración en sí, sino un tema dividido en 14 meditaciones. Una manera simple de hacerla en casa es rezando una oración inicial, rememorando las 14 estaciones meditando brevemente en cada una y rezando una oración final. En el otro extremo, puede ser un tema de meditación para un retiro entero.

Pero la estructura habitual es la que se sigue en el Vía Crucis de Roma y es la que muestro aquí. Se empieza por una oración inicial. Después hay el paso por las 14 estaciones. En cada una se enuncia la estación, se hace una jaculatoria (la que incluyo aquí o cualquier otra), una breve meditación y un Padre nuestro. Y se acaba con una oración final, que puede ser la que muestro aquí o cualquier otra que sea adecuada, como el Alma de Cristo o A Cristo Crucificado. Mientras se camina de una estación a la siguiente se puede cantar algún canto. Por ejemplo, una estrofa del Stabat mater.

Tanto rezado individualmente, como si se hace solemnemente en grupo, es una oración profunda, conmovedora y que te cambia. Participa cada Viernes Santo en un Vía Crucis, aunque sea mirando el de Roma por la televisión.


Vía crucis

Oración inicial

Señor mío Jesucristo, que a todos los que queremos seguirte nos invitas a tomar cada uno la cruz que tu providencia nos destina en esta vida y a llevarla con buen ánimo y abnegación detrás de ti; oh Buen Maestro, que para darnos ejemplo tomaste tú la más pesada de todas las cruces y caminando delante de todos nos incitaste a seguirte con nuestras cruces: danos tu luz y tu gracia al meditar en este Vía Crucis tus pasos, para saber y querer seguirte. Y vos, oh Madre de los Dolores, inspiradnos los sentimientos de amor con que acompañasteis en este camino de amargura a vuestro divino Hijo.


1ª estación: Jesús es condenado a muerte.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que quisiste ser condenado a muerte por mis pecados, para que yo fuese perdonado de ellos: te suplico que me perdones en vida de mis culpas y en el día del juicio me absuelvas de las penas eternas.

Padrenuestro.

2ª estación: Jesús toma la cruz.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que con tanto ánimo tomaste en tus hombros la cruz de mis pecados: te suplico me concedas resignación y ánimo para llevar la merecida cruz de mis trabajos por tu amor.

Padrenuestro.

3ª estación: Jesús cae por primera vez.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh, Señor mío Jesucristo: cuando yo caiga desfallecido y sin ánimo para cumplir mi deber, te suplico me levantes y reanimes con tu gracia para seguir con mi cruz, cumpliendo hasta morir tu santa voluntad.

Padrenuestro.

4ª estación: Jesús encuentra a  su Santísima Madre.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: no sólo a ti, sino también a tu Madre fui causa de dolor. En la calle de amargura de mi vida envíame el consuelo de encontrar a tu Madre; que con su presencia tendré más ánimo. Y vos, oh Virgen Dolorosa, Madre mía, perdonadme y no os apartéis jamás de mi.

Padrenuestro.

5ª estación: Jesús es ayudado del cireneo.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: te suplico me des la gracia de que yo sea tu cireneo, cooperando a la salvación de los hombres; que yo sea el cireneo de los afligidos, pobres y necesitados, aliviando sus penas, y que tú seas nuestro cireneo, para que perseveremos hasta el fin.

Padrenuestro.

6ª estación: Jesús encuentra a la Verónica.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo,: te suplico que grabes en mi corazón aquella imagen que dejaste a la Verónica en el lienzo con que enjugó tu rostro, para que, teniendo presente lo que tú sufriste por mí, me anime a sufrir cualquier cosa por ti.

Padrenuestro.

7ª estación: Jesús cae por segunda vez.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: te suplico que , aun cuando yo caiga segunda vez y muchas veces en mi camino, no me dejes, no me abandones caído. ten paciencia conmigo; levántame, anímame, ayúdame, para que siga adelante con tu cruz a tu lado.

Padrenuestro.

8ª estación: Jesús habla a las Hijas de Jerusalén.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que a pesar de ser árbol florido y fructuoso, tan duramente fuiste castigado por mis culpas: dame tu santo amor, temor y humilde resignación, para que, pues soy tronco árido y leño seco, sufra lo que tu providencia me envía, que es mucho menos de lo que yo merezco, y sin comparación, mucho menos de lo que padeciste tú por mi.

Padrenuestro.

9ª estación: Jesús cae por tercera vez.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: yo te suplico que, si es posible, me libres de las grandes tribulaciones y cruces, como la que te hizo caer tres veces, más si tu voluntad me las da y mis pecados las exigen, auxíliame con tu gracia y levántame en mis desmayos con tu amor.

Padrenuestro.

10ª estación: Jesús es desnudado de sus vestidos.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: suplícote  me concedas gran conformidad con la pobreza y profundo desprecio de los bienes de esta vida, de modo que, así como tú dejaste tus vestidos por mí, así yo me despoje al menos de lo superfluo y lujoso por ti y por tus pobres.

Padrenuestro.

11ª estación: Jesús es crucificado.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: aunque estás en la cruz humillado, ajusticiado, deshecho, eres mi Dios, mi Rey y mi Redentor. Como a mi Dios te adoro, con viva fe; como a mi Rey te saludo y ofrezco cuando tengo y poseo; como a mi Redentor te amo con toda mi alma y te consagro todo mi corazón.

Padrenuestro.

12ª estación: Jesús muere en la cruz.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, que en la cruz mueres por mí: más me amaste a mí que a ti, pues quisiste morir por mí. Concédeme vivir y morir por ti, como tú viviste y moriste por mí. Dame una buena muerte: morir en tu gracia; morir en tu amor; morir en tu voluntad; morir en tu cruz contigo.

Padrenuestro.

13ª estación: Jesús es bajado de la cruz.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo, muerto y deshecho por mí: yo venero tu santísimo y divinísimo cuerpo reclinado en los brazos de tu Madre y te suplico me concedas un vivo dolor de tanto como a ti y a tu Madre os hice padecer con mis pecados y gracia para enmendarme de todos ellos.

Padrenuestro.

14ª estación: Jesús es sepultado.

Adoremus te Christe, benedicimus tibi, quia per crucem tuam redemisti mundum.

Oh Señor mío Jesucristo: te suplico me concedas la gracia de morir de tal manera, que por haber participado de tu pasión pueda al expirar participar de tu gloria y, en el día del juicio, de tu resurrección. Que tu cruz gobierne mi vida y que tu cruz cobije mi muerte en el sepulcro.

Oración final: Dígnate, Señor, mirar por esta tu familia, por la cual Nuestro Señor Jesucristo no vaciló en ser entregado en manos de los malvados y sufrir el suplicio de la cruz. Por Nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén

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