sábado, 24 de marzo de 2018

Stabat Mater

Estamos a las puertas de la Semana Santa. Dos de sus oraciones-cantos principales son el Pange Lingua para el Jueves Santo y para el Viernes Santo la que presentamos hoy, el Stabat Mater.

Es un rezo del S. XIII de autoría incierta. Las dos atribuciones con mayor probabilidad de ser ciertas son el Papa Inocencio III y el fraile franciscano Jacopone da Todi. Canta el sufrimiento de la Virgen María a los pies de la Cruz. El título, como es habitual, viene de la primera línea Stabat mater dolorosa (Estaba la Madre de pie sufriendo).

El canto está formado por veinte estrofas de 3 versos y es una meditación de la Pasión de Cristo a través del sufrimiento de la Virgen y que nos lleva a unirnos a Él. Es de gran belleza y dramatismo y ha recibido música de muchos grandes autores: Pergolesi, Rossini, Liszt, Penderecki… Naturalmente también existen versiones en gregoriano. Quizá la más conocida es la que adjunto, que es la que se canta en el Via Crucis del Viernes Santo en Roma en los cambios de estación.

Esta oración se escribió en latín y ha sido traducido a todos los idiomas. Os muestro el original latino –que es la que yo creo que se ha de rezar– y la traducción al Español que realizó Lope de Vega.


Stabat mater

Stabat mater dolorosa
juxta crucem lacrimosa
cum pendebat filius.

Cuius animam gementem
contristatam et dolentem
pertransivit gladius.

O quam tristis et afflicta
fuit illa benedicta
mater unigeniti

Quae maerebat et dolebat
et tremebat, cum videbat
nati poenas incliti.

Quis est homo qui non fleret
Matrem Christi si videret
in tanto supplicio?

Quis non posset contristari.
piam matrem contemplari
dolentem cum filio?

Pro peccatis suae gentis
Jesum vidit in tormentis
et flagellis subditum.

Videm suum dulcem natum
morientem desolatum
dum emisit spiritum.

Eja mater fons amoris,
me sentire vim doloris
fac ut tecum lugeam.

Fac ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

Sancta Mater, istud agas,
crucifixi fige plagas
cordi meo valide.

Tui nati vulnerati
tam dignati pro me pati
poenas mecum divide!

Fac me vere tecum flere,
crucifixo condolere,
donec ego vixero.

Juxta crucem tecum stare
te libenter sociare
in planctu desidero.

Virgo virginum praeclara,
mihi jam non sis amara,
fac me tecum plangere.

Fac ut portem Christi mortem,
passionis eius sortem
et plagas recolere.

Fac me plagis vulnerari,
cruce hac inebriari
ob amorem filii.

Inflamatus et accensus,
per te virgo sim defensus
in die judicii.

Fac me cruce custodiri,
morte Christi praemuniri,
confoveri gratia.

Quando corpus morietur
fac ut animae donetur
paradisi gloria.
Amen.



Versión de Lope de Vega

La madre piadosa parada
junto a la cruz y lloraba
mientras el hijo pendía.

Cuya alma, triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

¡Oh, cuán triste y cuán aflicta
se vio la madre bendita
de tantos tormentos llena!

Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara,
si a la madre contemplara
de Cristo, en tanto dolor?

Y ¿quién no se entristeciera,
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce madre.

Vio morir al Hijo amado,
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.

Y que, por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en Él que conmigo.

Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.

Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo.

Porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

¡Virgen de vírgenes santas!,
llore ya con ansias tantas,
que el llanto dulce me sea.

Porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio.

Porque me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.

Porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.


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