sábado, 11 de febrero de 2017

Acto de contrición

La oración de hoy, el "Señor mío Jesucristo", es una de esas que nos enseñaban de pequeños hace 50 años (sí, soy así de viejo). Nunca la aprendí entera, por lo que imagino que no me gustaba gran cosa. La volví a aprender hace dos años o así y ha contribuido a la conversión que he disfrutado recientemente.

Todo empezó en Lourdes (y hoy es el día de Ntra. Sra. de Lourdes). Convencí a la familia de ir a pasar unos días en verano. Quería ir a un sitio que pudiera reavivar mi fe. Y allí empecé a entender la importancia del rezo del rosario. En la página web a la que fui para aprender otra vez a rezar el rosario aconsejaban empezar con el acto de contrición. Tras rezar diariamente que me proponía firmemente confesarme, no tuve más remedio que empezar a confesarme. Yo, que no me confesaba nunca. Y descubrí la importancia de la confesión frecuente, como explico en mi otro blog, Acogiéndome a Sagrado.

Hay dos cosas que me llaman la atención de esta oración. Una es el inicio, donde llama a Jesucristo "Creador, Padre y Redentor mío". Parece una confusión de las dos primeras personas de la Santísima Trinidad.

La segunda es el recuerdo de que ofender a Dios te puede llevar al infierno. Algo que no está nada de moda, pero que considero parte esencial de las creencias del catolicismo (y aprovecho para poner otra cuña a mi otro blog).

Es una oración corta y simple, pero potente. O al menos a mí me ha hecho cambiar.


Acto de contrición

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío.
Por ser Vos quien sois, bondad infinita,
Y porque os amo sobre todas las cosas
Me duele de todo corazón haberos ofendido.
También me duele porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Por eso, ayudado de vuestra Divina Gracia,
Me propongo firmemente nunca más pecar, confesarme
Y cumplir la penitencia que me sea impuesta.
Amén.

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