En la reflexión posterior me di cuenta que lo que me impresionó es que me hace considerarme corresponsable de todo el mal en el mundo. Pido misericordia por el mal que he hecho. Y también por el que hacen mis padres y amigos. Y por el que hacen mis enemigos. Y el de los gobernantes, los periodistas, los adúlteros, los enemigos de la Iglesia. Uno podría pensar ¿por qué tengo que pedir que el Señor tenga misericordia de mí por los insultos a las sagradas imágenes, si yo no las insulto, sino todo lo contrario? Pues porque estos insultos existen y los hace la sociedad y el mundo del que yo soy miembro. Por lo tanto es en parte mi culpa, aunque sea porque no hago lo suficiente para pararlo.
Esto es completamente contrario a las peticiones de los fieles que se rezan en mi parroquia. Son del estilo «Por los gobernantes, para que eliminen la pobreza en nuestra sociedad». Estas pregarias me ponen de los nervios pues es eludir responsabilidades. Si hay pobreza, es culpa de los gobernantes o de los banqueros o de los políticos. De cualquiera menos yo. Yo no tengo culpa de nada.
Me parece mucho más sano y mucho más católico este triduo de carnaval que os dejo a continuación.
Triduo de carnaval
Señor mío, Jesucristo, que os ofendéis con la culpa y os aplacáis con la penitencia: oíd benigno las súplicas con que imploramos vuestro perdón y misericordia. No nos castiguéis por nuestros innumerables pecados, sino perdonadnos por vuestra infinita misericordia. Os rogamos, Señor, por los que no os ruegan; os bendecimos por los que os maldicen; os adoramos por los que os ultrajan, y por nosotros os pedimos perdón y misericordia.Por nuestros pecados, por los de nuestros padres y hermanos, por los de nuestros amigos y enemigos, por los del mundo entero.
Misericordia, Señor, misericordia.
Por nuestra soberbia, por nuestros odios y rencores, por nuestros desprecios de los pobres, por nuestros abusos de los débiles:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las deshonestidades, por las conversaciones impuras, por las infidelidades de los esposos, por el libertinaje de los jóvenes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por los escándalos de los teatros, por la licencia de los salones, por la obscenidad en los cantares, por el desenfreno de las diversiones:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la provocación de las pinturas, por la desvergüenza de las revistas obscenas, por el descaro en las acciones, por la indecencia en los vestidos:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la mala educación de los padres, por la indocilidad de los hijos, por la insubordinación de los súbditos, por los abusos de los gobernantes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la cobardía y debilidad de los tibios, por las hipocresías y respetos humanos, por el atrevimiento y procacidad de los impíos, por la apostasía de los gobiernos y naciones:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la libertad de cultos, por las insolencias de la prensa, por la libertad de conciencia y por todas las libertades contrarias a vuestras leyes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las blasfemias en las calles, por las blasfemias en los periódicos, por las blasfemias en las cátedras, por las blasfemias en los libros:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la profanación de los días festivos, por la irreverencia en los templos, por el robo de las iglesias y sagrarios, por los insultos a las sagradas imágenes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las maquinaciones de la masonería, por los crímenes del anarquismo, por el desenfreno del socialismo, por las maldades de las sociedades anticristianas:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por el despojo del Papa, por la persecución a los Obispos, por la opresión de las Órdenes religiosas, por los insultos al sacerdocio:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por el desprecio de Jesucristo, por la negación de su divinidad, por el menosprecio de sus sacramentos, por la persecución a su Iglesia:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por los malos sacerdotes, por los malos jueces, por los malos soldados, por los malos gobernantes:
Misericordia, Señor, misericordia.
V: No os acordéis, Señor, de nuestros delitos.
R: Ni toméis venganza de nuestros pecados.
Oración: ¡Oh Dios, de quién es propio compadecerse siempre y perdonar! Escuchad nuestra oración, para que vuestra piadosa misericordia nos absuelva completamente a nosotros y a todos cuantos están encadenados al pecado. Lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
(Esto último en latín:)
V: Ne reminiscaris, Dómine, delicta nostra
R: Neque vindictam sumas de peccatis nostris.
Oremus: Deus, cui proprium et misereri semper et parcere: suscipe deprecationem nostram ut nos et omnes famulos tuos quos delictorum catena constringit, miseratio tuae pietatis clementer absolvat. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
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