Se escribió originalmente en latín, como es natural de una oración tan antigua y creo que, incluso hoy en día, hay más gente que se la sabe en latín que en español. Al menos si propones cantar la Salve, todos empiezan «Salve regina, mater misericordiae…». Y esta versión gregoriana de la Salve (que incluyo al final) es quizá la canción católica más conocida: la he oído cantar multitudinariamente en España, Francia, Italia, Estados Unidos.
Salve regina
Salve regina, mater misericordiae
vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes, in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos misericordes oculos ad nos converte.
Et Iesum, benedictum, fructus ventris tui, nobis, post hoc exsilium, ostende.
Oh clemens, oh pia, oh dulcis Virgo Maria.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia;
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos, los exiliados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y, después de este destierro, muéstranos el fruto bendito de tu vientre, Jesús.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
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