Hoy, 14 de septiembre, es la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, donde conmemoramos el hallazgo de la Santa Cruz en el año 320 por Sta. Elena, la madre del emperador Constantino. En los laudes se canta el himno ¡Oh, Cruz fiel! (Crux fidelis), que también se canta el Viernes Santo. No he encontrado información de este himno, aunque debe ser bastante antiguo, pues hay versiones en gregoriano. Espero que lo disfrutéis.
Oh, Cruz fiel
¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol en donde la vida empieza con un peso tan dulce en su corteza!
Vinagre y sed la boca, apenas gime; y, al golpe de los clavos y la lanza, un mar de sangre fluye, inunda, avanza, por tierra, mar y cielo, y los redime.
Ablándate, madero, tronco abrupto de duro corazón y fibra inerte; doblégate a este peso y esta muerte que cuelga en tus ramos como un fruto.
Tú, solo entre los arboles, crecido para tender a Cristo en su regazo; tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo de Dios con los verdugos del ungido.
Al Dios de los designios de la historia, que es el Padre, Hijo y Espíritu, alabanza; al que en la cruz devuelve la esperanza de toda salvación honor y gloria. Amén
Mañana celebramos la solemnidad de Pentecostés. Hay dos muy conocidas oraciones al Espíritu Santo. Una es la Secuencia del Espíritu Santo, que rezaremos en la Misa de mañana, y la otra es el Himno al Espíritu Santo, conocido por Veni creator Spiritus, que es la protagonista de la entrada de hoy.
Este himno es muy antiguo. Lo compuso el monje alemán Rabano Mauro, arzobispo de Maguncia, en el S. IX. A menudo es cantado, con un canto gregoriano muy bello. Y se usa especialmente en las dedicaciones de templos. A diferencia de la Secuencia, yo nunca lo he oído rezado sino en latín. Adjunto una traducción al Español, pero más para que se sepa lo que dice la oración original que para rezarla.
Rezad al Espíritu Santo, que bien lo necesitamos
Veni creator Spiritus
Veni creator Spiritus mentes tuorum visita, imple superna gratia, quae tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus, altissimi donum Dei fons vivus, ignis, caritas et spiritualis unctio.
Tu septiformis munere dextrae Dei tu digitus, tu rite promissum Patris sermone ditans guttura.
Tenemos una fuerte tendencia al egoísmo: mis problemas, mis males, mis preocupaciones. Y el centrarte en ti te aleja de Dios. Desprenderte de ti es difícil. Incluso desprenderte de tus pecados es difícil. Necesitamos la ayuda de Dios para hacerlo.
Esta oración de Sta. Teresa de Calcuta va en este sentido. Pide al Señor que cuando yo esté preocupado por algo, me mande a alguien a quién ayudar, y así vaciarme de mí para llenarme de Dios.
Espero que os guste y os ayude.
Oración de Sta. Teresa de Calcuta
Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida; Cuando tenga sed, mándame a alguien que necesite bebida; Cuando tenga disgusto, preséntame a alguien que necesite consuelo; Cuando esté pobre, ponme cerca de alguien necesitado; Cuando alguien me falte, dame la ocasión de alabar a alguien; Cuando esté desanimada, mándame a alguien a quien tenga que dar ánimos; Cuando sienta la necesidad de comprensión, mándame a alguien que necesite la mía; Cuando sienta la necesidad de que me cuiden, mándame a alguien a quien tenga que cuidar; Cuando piense en mí misma, atrae mi atención hacia otra persona.
Hazme digna, Señor, de servir a mis hermanos que viven y mueren pobres y hambrientos en este mundo de hoy. Dales, a través de mis manos, no sólo el pan de cada día, sino también mi amor misericordioso, imagen del tuyo.
Una devoción arraigada es la de los Siete domingos de S. José. De mi devocionario: Se consigue “indulgencia plenaria en cada uno de los siete domingos continuos a elegir entre año, con tal que, verdaderamente arrepentidos, confesados y comulgados, recen las oraciones que luego siguen, visiten alguna iglesia u oratorio público y rueguen allí por algún espacio de tiempo según la mente de Su Santidad.”
Sin entrar en las indulgencias, la devoción consiste en estar confesados, ir a misa y comulgar los siete domingos previos a la fiesta de S. José y rezar las siguientes oraciones, que se centran en siete dolores y gozos de San José.
Los siete domingos de San José
1.- ¡Oh Esposo purísimo de María Santísima, glorioso San José! Así como fue grande el trabajo y la angustia de vuestro corazón en la perplejidad de abandonar a vuestra purísima esposa, así fue inexplicable vuestro gozo cuando el Ángel os reveló el soberano misterio de la Encarnación.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, os rogamos que consoléis a nuestras almas ahora y en los últimos dolores con la alegría de una buena vida y una santa muerte semejante a la vuestra en medio de Jesus y María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
2.- ¡Oh felicísimo Patriarca, glorioso San José, que fuisteis escogida entre todos para el oficio de padre putativo del Verbo humano! El dolor que sentisteis al ver nacer el Niño Jesús en tanta pobreza, se cambió luego en alegría celestial oyendo la armonía angélica y viendo la gloria de aquella noche tan resplandeciente.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, os suplico que nos alcancéis que, después del camino de esta vida, pasemos a oír las alabanzas de los Ángeles y a gozar de los resplandores de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
3.- ¡Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José! La sangre preciosísima que derramó el Niño Redentor en la Circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús os reanimó llenándoos de gozo.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, alcanzadnos que, quitado de nosotros todo vicio en vida, expiremos gozosos con el Santísimo nombre de Jesús en el corazón y en la boca.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
4.- ¡Oh fidelísimo Santo, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra Redención, glorioso San José! Si la profecía de Simeón de lo que habían de padecer Jesús y María os causó un desmayo de muerte, también os colmó de un dichoso gozo la predicción de que ahí se seguiría la salud y resurrección de innumerables almas.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, alcanzadnos que seamos del número de aquellos que por los méritos de Jesús y por la intercesión de María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
5.- ¡Oh vigilantísimo Guarda, familiar íntimo del encarnado Hijo de Dios, glorioso San José! ¡Cuánto penasteis para sustentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente cuando tuvisteis que huir a Egipto!, pero ¡cuánto también gozasteis teniendo siempre con vos al mismo Dios y viendo caer a tierra los ídolos de Egipto!
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, alcanzadme que, teniendo lejos de nosotros al tirano infernal, y especialmente huyendo de las ocasiones peligrosas, caiga de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno y, ocupados en servir a Jesús y María, para ellos vivamos solamente y muramos felizmente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
6.- ¡Oh Ángel de la tierra, glorioso San José, que os admirasteis de ver al Rey del cielo sujeto a vuestras órdenes! Si vuestro consuelo al volver de Egipto se enturbió con el temor de Arquelao, sin embargo, asegurado por el Ángel, habitasteis alegre en Nazaret.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, alcanzadnos que, libre nuestro corazón de temores nocivos, gocemos de la paz de la conciencia y, viviendo seguros con Jesús y María, ellos nos asistan en nuestra agonía.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
7.- ¡Oh ejemplar de toda santidad, glorioso San José! Perdido que hubisteis sin culpa al Niño Jesús para mayor dolor hubisteis de buscarle por tres días, hasta que con sumo júbilo gozasteis de vuestra vida hallada en el templo entre los doctores.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo, os suplicamos de lo íntimo del corazón, que por vuestra intercesión jamás suceda que nosotros perdamos a Jesús con culpa grave, y que si por desgracia le perdiéramos, le busquemos con sumo dolor para hallarle piadoso, particularmente en nuestra muerte, a fin de que lleguemos a gozarle en el cielo, y a cantar allí con vos eternamente sus divinas misericordias
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Antífona: Tenía Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba, de José.
– San José, ruega por nosotros
– Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración: Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por esposo de tu Madre Santísima: concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en los cielos. Oh Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
En latín
Antiph.: Ipse Iesus erat incipiens quasi annorum triginta, ut putabatur, Filius Joseph.
– Ora pro nobis Sancte Ioseph.
– Ut digni efficiamur promissionibus Christi
Oremus: Deus qui ineffabili providentia Beatum Ioseph Sanctissimae Genitricis tuae sponsum eligere dignatus es: praesta quaesumus, ut quem protectorem veneramur in terris intercessorem habere mereamur in caelis. Qui vivis, et regnas in saecula saeculorum. Amen.
O magnum mysterium (¡Oh, gran misterio!) es un canto de Navidad que se cantaba en los maitines. Hay muchas versiones, pero la de Tomás Luis de Victoria es una de las piezas más bonitas jamás escritas.
Estamos en Adviento. Y en este tiempo litúrgico hay ciertos himnos específicos, especialmente para la semana antes de Navidad. Uno de ellos es el Oh ven, oh ven, Emmanuel. Este himno proviene de las antífonas que se usaban en vísperas en la octava antes de Navidad. Algunas son muy antiguas, del s.IX o anteriores, aunque el himno que las recoge es posterior, del s. XVIII.
Hay varias músicas para este himno. La que dejo aquí es del himno latino, aunque hay una versión en inglés. Por su estilo, es probable que se compusiera primero para el himno en inglés y después se adaptara al original en latín.
La traducción española, como suele ser el caso, no es una traducción literal, sino que sólo mantiene el sentido de las antífonas originales, cambiando la letra con cierta libertad. Que el Adviento os prepare para una Navidad profunda.
Oh ven, oh ven, Emmanuel
Ya muy cercano, Emmanuel,
hoy te presiente Israel,
que en triste exilio vive ahora
y redención de ti implora.
Ven ya, del cielo resplandor,
Sabiduría del Señor,
pues con tu luz, que el mundo ansía,
nos llegará nueva alegría.
Llegando estás, Dios y Seor,
del Sinaí legislador,
que la ley santa promulgaste
y tu poder allí mostraste.
Ven, Vara santa de Jesé,
contigo el pueblo a lo que fue
volver espera, pues aún gime
bajo el cruel yugo que lo oprime.
Ven, Llave de David, que al fin
el cielo abriste al hombre ruin
que hoy puede andar, libre su vía,
con la esperanza del gran día.
Aurora tú eres que, al nacer,
nos trae nuevo amanecer,
y, con tu luz, viva esperanza
el corazón del hombre alcanza.
Rey de la gloria, tu poder
al enemigo ha de vencer,
y, al ayudar nuestra flaqueza,
se manifiesta tu grandeza. Amén.
Veni, veni, Emmanuel
Veni, veni Emmanuel captivum solve Israel qui gemit in exilio privatus Dei Filio.
Gaude! Gaude! Emmanuel nascetur pro te, Israel!
Veni, O Sapientia quae hic disponis omnia veni, viam prudentiae ut doceas et gloriae.
Gaude! Gaude! Emmanuel nascetur pro te, Israel!
Veni, veni Adonai qui populo in Sinai legem dedisti vertice in maiestati gloriae.
Gaude! Gaude! Emmanuel nascetur pro te, Israel!
Veni, O Iesse virgula ex hostis tuos ungula, de specu tuos tartari educ et antro barthari.
Gaude! Gaude! Emmanuel nascetur pro te, Israel!
Veni, Clavis Davidica, regna reclude caelica, fac iter tutum superum, et claude vias inferum.
Gaude! Gaude! Emmanuel nascetur pro te, Israel!
Veni, veni O Oriens solare nos adevenines, noctis depelle nebulas, dirasque mortis tenebras.
Gaude! Gaude! Emmanuel nascetur pro te, Israel!
Veni, veni Rex Gentium, veni, Redemptor omnium, ut salvas tuos famulos peccati sibi conscios.
He descubierto esta cuaresma este preciosos poema de Alonso de Ledesma. Es un poeta del S. XVII que no conocía. Como muchos escritores de nuestro Siglo de Oro no era sólo un buen poeta, sino también un buen teólogo. Escribió los Conceptos Espirituales, en donde se tratan algunas cuestiones de la doctrina cristiana.
El poema que transcribo a continuación, Los hombros traigo cargados, muestra este buen conocimiento de la doctrina católica. El par de versos “dadme esas lágrimas vos/ y tomad estos pecados” lo demuestra: nuestra salvación de fundamenta en que Jesucristo toma nuestros pecados, y a nosotros nos toca arrepentirnos y llorar. Es un gran poema de cuaresma, que está como himno en la Liturgia de la Horas. Los hombros traigo cargados Alonso de Ledesma (1562 – 1623)
Los hombros traigo cargados
de graves culpas, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Yo soy quien ha de llorar
por ser acto de flaqueza
que no hay en naturaleza
más flaqueza que el pecar.
Y, pues andamos trocados,
que yo peco y lloráis vos,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.
Vos sois quién cargar se puede
estas mis culpas mortales
que la menor destas tales
a cualquier peso excede.
Y, pues que son tan pesados
aquestos yerros, mi Dios,
dadme esas lágrimas vos
y tomad estos pecados.