domingo, 14 de octubre de 2018

Las tres Avemarías

Esta oración, que como tantas otras proviene del devocionario de mi abuelo,  la compuso santa Matilde. Había pedido a la Virgen que la asistiera a la hora de su muerte. La Virgen contestó que sí, que la asistiría, con tal que le rezase diariamente las tres Avemarías en el sentido y con la intención de las tres oraciones que se muestran a continuación. Parece ser que las palabras fueron dictadas directamente por la Virgen a la santa.

Estas tres Avemarías pueden también ser rezadas como una novena, precediéndolas con una oración adecuada, como la que también muestro.

Las tres Avemarías

(Si quiere rezarse como novena se empieza con la siguiente oración:)
Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias: por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardientísima caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena, honrando en ti al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
(Se enuncia la petición)

1. Oh Virgen poderosísima: así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de Él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda potestad enemiga.
Avemaría

2.- Oh Virgen sapientísima: así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y el error.
Avemaría

3.- Oh Virgen amantísima: así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias.
Avemaría.

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